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Tribuna económica

Gumersindo / Ruiz

Las subastas sobreviven a la crisis

HACE unos meses, a propósito de la caída de Lehman Brothers, el banco de inversión, escribí que sus consecuencias irían llegando a todos los mercados, y mencionaba que el mismo día, 15 de septiembre, se había celebrado la famosa subasta de Damien Hirst, que consiguió ventas por 111 millones de libras, algo sorprendente teniendo en cuenta que era obra de un único artista. Aunque se interpretó que el mercado de arte moderno seguía pujante, sin embargo, la caída de Lehman cambió en pocos días la situación y el mal resultado de subastas posteriores fue mostrando la postración de los mercados.

La subasta en París de la colección Pierre Bergé y Yves Saint Laurent (YSL), que ha conseguido 374 millones de euros, vuelve a poner de manifiesto que hay liquidez e inversores dispuestos a pagar grandes sumas por objetos únicos, incluso cuando la incertidumbre sobre la economía parece mayor que nunca. Cuatro ideas podemos sacar de ésta y otras subastas y ferias recientes. La primera, que si hay obra buena y nueva en el mercado, y el precio se considera adecuado, se vende; en la subasta de Bergé y YSL se ha colocado un Matisse por la cifra record de 35,9 millones de euros, una escultura de Brancussi por 29,2 millones, y un sillón art-decó de Eileen Gray por 21,9 millones. No hace mucho, las subastas en Londres de Sotheby's y Christie's, de impresionistas, también lograron ventas totales de 32,6 y 63,4 millones de libras, cifras muy por debajo de las de París, pero que muestran una cierta recuperación.

La segunda idea es puramente económica, pues la debilidad de la libra permite a inversores norteamericanos y asiáticos obtener obras con un descuento significativo respecto a hace un año; también, aunque en menor medida, la recuperación del dólar hace que las ventas en euros no resulten prohibitivas. Un tercer aspecto, que se ha puesto de relieve en la Feria de ARCO, es el atractivo de obra a precio relativamente bajo, que permite apostar por artistas con futuro, o simplemente adquirir algo que resulta interesante. Frente a los temores por la situación económica, obras por debajo de los 30.000 euros han salvado la cifra total de ventas. En la subasta de Bergé y YSL, la obra menor, con el atractivo además de la personalidad del coleccionista, también ha ayudado al éxito conseguido. La cuarta idea es que la frustración de los inversores en mercados financieros, tras los malos resultados y escándalos como el de Madoff, les hacen mirar hacia otras inversiones más gratificantes; como decía el anuncio de una feria de antigüedades: "Invierta en activos tangibles, en tranquilidad y satisfacción estética".

Aunque en el arte subsiste aún la discusión entre si las subastas reflejan mejor los precios que la oferta directa de las galerías, quizás podamos sacar de aquí una lección para nuestro sufrido mercado inmobiliario; en primer lugar, distinguiendo los inmuebles y el suelo por su calidad, y después entendiendo que a precios razonables y con tipos de interés tan bajos, cierta inversión inmobiliaria puede volver a ser atractiva. Por último, no hay que olvidar que al igual que el arte, la vivienda es, a la vez, una inversión y un objeto de consumo y de satisfacción personal.

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