DESVELAN los expertos en la cosa que si las transmisiones de telefonía móvil tuvieran cuerpo, se formaría una malla tan tupida que no se vería el sol. Así, a bote pronto, pasa desapercibido el tema, pero si nos paramos a pensar en la boina telefónica que tenemos sobre nosotros, miedo da. Miedo por unas consecuencias desconocidas, que bueno no puede ser estar bajo una malla de material tan inquietante. Todos con nuestros telefoninos a cuestas y llamando por un quítame allá esas pajas, por cualquier tontería, forma la que forma en el espacio. Y lo recordaba la otra tarde en la Feria comprobando cómo era imposible conectar con nadie, cómo estaría esa boina de ondas, qué magnitud tendría el campo electromagnético creado con tan desmesurado número de transmisiones que estarían intentándose a esa hora. ¿De qué contaminación electromagnética estaríamos hablando? Horror.
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