HABÍA anunciado Vicente del Bosque que, respetando la filosofía que nos había conducido al gran éxito que fue ganar la Eurocopa, realizaría algunos retoques en la selección. Era lo lógico, pues tampoco es cosa de vivir del éxito ajeno y procede a darle al proyecto propio un toque personal que, en cierta medida, lo diferencie. El grupo de Luis salió adelante con mucha solvencia y lo natural estaba en tocarlo lo menos posible, pero algún toquecito para que el sello cambie de nombre era natural. Y Del Bosque se lo ha dado y hasta sorprendiendo con algunos nombres que no entraron jamás en quiniela alguna.

Estaba en todos los corrillos que esos dos jóvenes talentos que son Bojan y Diego Capel iban a entrar en la primera convocatoria del charro y así ha sido, pero la presencia de los vascos Iraola y Amorebieta ya ha sorprendido y bastante. No habían formado parte de rumorología alguna y aunque bien puedan ser los dos casos más solventes de un equipo no muy solvente, casi más ha extrañado la presencia del centrocampista que la del fornido Amorebieta; más que nada por la carencia de centrales seleccionables que padecemos. Han sido, sin duda alguna, los dos retoques más sorprendentes de cuantos preveíamos tras las pistas que daba el nuevo seleccionador.

De todas formas no parece que esta lista primera de Vicente del Bosque vaya a ser dogma de fe para el futuro. Hay jugadores lesionados que pueden considerarse fijos como son Marchena y Cesç y, por si fuera poco, estaba esa especie de pacto por el que Del Bosque convocaría a los que alzaron la gran copa en el Prater en justa recompensa por los servicios prestados. La prueba del nueve vendrá más adelante, justo cuando no haya que realizar brindis al sol como el de llevarse al amistoso del día 20 a una legión de expedicionarios. Y es que no cabe la menor duda de que a pesar de la forma de ser de Vicente del Bosque, él pretenderá que el equipo sea el suyo y no el de Luis.