FUE en un viernes de hace dos años, por supuesto que también de julio y festividad de la muy venerada Virgen del Carmen, cuando comenzó a solidificarse la reconquista del Betis, por siempre Real Betis Balompié. Revoloteando en la vertical de Heliópolis una sombra muy poco recomendable, una jueza rigurosa, implacable, inasequible al desaliento y tenaz como ella sola ponía la primera piedra legal para que el edificio que los béticos intentaban levantar desde aquel inolvidable 15-J gozase de la más absoluta legalidad, pero seguían faltando papeles para acabar con la ignominia de un secuestro de casi veinte años.

Y ayer, viernes también de julio, se redondeaba la faena con la prohibición a Lopera de disponer de 36.869 acciones del Real Betis Balompié S.A.D. Con esta resolución judicial, el viernes queda inscrito como día con carácter de efeméride en la historia del sevillanísimo club de las trece rayas en su escudo. Se trata de un paso gigantesco esto de impedir que se utilicen unas acciones que parecen tener indicios más que suficientes de ser nulas en aras a la definitiva independencia. Otro viernes estupendo en la andadura verdiblanca, día clave de la semana como heredero del domingo, día feliz por excelencia para todos los que disfrutamos con el fútbol.

Por supuesto que al partido le queda mucho por librar, pero el marcador dice que tanto minuto como resultado son motivos más que suficientes para el optimismo. Vendrán recursos y más intentos de echarle arena a los cojinetes del aparato judicial, pero el mero hecho de que un Juzgado de lo Mercantil haya cuestionado la legitimidad de esas acciones es sinónimo de que las cosas pintan mejor para el Betis que para Lopera. Duro está siendo el camino emprendido por unos béticos que algún día habrán de recibir el reconocimiento más cálido de sus correligionarios, pero todo se dará por bien empleado si, como auguran minuto y resultado, el partido acaba con victoria.