La sentencia del TSJA contra el proyecto de la Biblioteca General de la Universidad de Sevilla en el Prado ha sentado como un jarro de agua fría en la Hispalense. No es para menos. La institución sevillana ya ha gastado unos cuatro millones de euros en el proyecto de la arquitecto angloiraquí Zaha Hadid, un edificio vanguardista de más de 9.000 metros cuadrados que cuenta con un presupuesto de 22 millones de euros. Sencillamente, la Hispalense no se esperaba esta sentencia y, desde ayer mismo, los servicios jurídicos de la universidad trabajaban a toda velocidad para preparar un recurso de casación ante el Tribunal Supremo.

Desde que comenzaron las obras el pasado verano, con el polémico traslado de los árboles del Prado, ya se han realizado las catas arqueológicas obligatorias y se han construido los cimientos del edificio. Actualmente, los operarios están en la fase de levantar la estructura del inmueble, cuyos pilares ya tienen la altura del primer piso.

Desde la Hispalense no se ha realizado aún un cálculo del coste económico que supondría una derrota absoluta en los tribunales. "No hay plan B porque, sencillamente, estamos convencidos de que nuestras razones se terminarán teniendo en cuenta", dijo a este periódico un portavoz de la Universidad de Sevilla.

Pero las razones para el disgusto de la Hispalense no son sólo económicas. La construcción de la Biblioteca General es el proyecto estrella del ambicioso plan de renovación y ampliación de las infraestructuras de la Universidad de Sevilla. Desde la institución se es consciente de que cualquier universidad europea que se precie debe contar con una gran biblioteca centralizada. Para darle más prestigio al edificio, se optó por un proyecto de un autor de proyección internacional como Zaha Hadid, cuando lo normal es que de las infraestructuras se encarguen el arquitecto de la Universidad o alguno del ámbito local. Además, se consiguió captar cuatro millones de euros de los fondos Feder que ahora, más que nunca, se encuentran en peligro.