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Los chabolistas levantan los precintos y vuelven a las Tres Mil

  • Una veintena de familias del clan de los Caracoleños ocupan las viviendas que compraron hace cinco años en el Polígono Sur · La mayoría encontró sus pisos saqueados y con graves destrozos

"Ya estamos en las casas. En el puente no podíamos estar, hacía mucho calor, no teníamos agua y cualquier día podía morirse un niño de una insolación. Sé que hemos cometido un delito, pero prefiero que el juez me pida cuentas a que se me muera un familiar. Al fin y al cabo estoy asaltando mi casa, no la de otro". Quien así habla es Ángel Navarro, uno de los miembros del clan de los Caracoleños, compuesto por 41 familias que huyeron del Polígono Sur el pasado 29 de marzo después de que uno de sus miembros se viera implicado en un tiroteo en el que falleció un joven de 17 años de otro clan del barrio, el de los Salguero, alcanzado por una bala perdida. Desde entonces habían vivido en chabolas junto al puente de hierro de San Juan de Aznalfarache por temor a una venganza. Ahora, con el autor del disparo en prisión, han decidido regresar al Polígono Sur.

Aproximadamente una veintena de las 41 familias que componen el clan volvieron ayer por la tarde a las Tres Mil Viviendas. Los chabolistas levantaron los precintos de sus pisos y entraron en las viviendas que compraron de manera ilegal hace cinco años con el dinero que les entregó el Ayuntamiento de Sevilla a cambio de que se marcharan del asentamiento de Los Bermejales. La ocupación de las viviendas fue pacífica y la Policía sólo intervino para advertir a los chabolistas de que estaban cometiendo un delito de desobediencia al vulnerar un precinto administrativo y para identificar a los que habían ocupado las viviendas. La unidad de la Policía Nacional adscrita a la Junta, conocida como Policía Autonómica, mantiene una presencia fija en el barrio, con furgones patrullando continuamente junto a las casas ocupadas por los chabolistas.

Los chabolistas ya amagaron con invadir sus casas el pasado viernes, después de que un bebé de ocho meses sufriera una insolación en el poblado junto al puente de hierro. Dos familias levantaron los precintos de sus casas aquella tarde pero decidieron salir luego para tratar de encontrar una solución negociada con las administraciones. Dos días después, y tras soportar unas temperaturas elevadísimas en las chabolas, han decidido volver para quedarse.

"Si no quieren que estemos aquí, que busquen una solución, que nos saquen de aquí, pero mientras encuentran la forma de salir que por lo menos estemos bajo un techo". Sobre los problemas de seguridad que puede acarrear la vuelta de los chabolistas, Ángel hace un llamamiento a la paz. "Por nuestra parte no va a haber enfrentamiento ninguno, que lo sepan los del otro clan. Los Caracoleños no queremos problemas, sólo vivir tranquilamente en nuestras casas".

La mayoría de los que ocuparon ayer sus viviendas se encontraron con sus pertenencias saqueadas. Uno de los más perjudicados es Horacio, que levantó el precinto de su casa a las dos de la tarde y se encontró con todo el piso revuelto. En el salón había una montaña de ropa esparcida por el suelo, acompañada de cristales rotos, restos de un DVD y partes de algún mueble destrozado. El aparador estaba vacío, los papeles revueltos y de la televisión de plasma que le costó el sueldo de dos meses sólo quedaba la plataforma que la sostenía anclada en la pared. No había ni ventanas ni persianas y del salón había desaparecido hasta la lámpara. "Hasta el traje de novia de mi hija, que se casó hace unos meses, se lo han llevado". Una de sus hijas muestra otro traje de novia, que sí han dejado, mientras otra se derrumba y llora.

"A esto no hay derecho. Si las casas estaban precintadas porque son de la Junta, según dicen ellos, al menos deberían tenerlas vigiladas", se queja Horacio, mientras su mujer sufre una pequeña bajada de tensión y se echa una botella de agua con hielo por encima. Dolores Campos también ha sufrido robos en su casa. "Y yo, y todos, de mi casa se han llevado todo lo que había de oros y joyas", dice Sergio, en cuyo piso sí han dejado la televisión, quizás porque se trata de un modelo más antiguo y no es de pantalla plana.

La Junta precintó las casas tras la salida de los chabolistas, ya que la propietaria legal de las viviendas es la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (EPSA). La Administración andaluza abrió un plazo para que los chabolistas presentaran documentos que acreditaran que habían estado viviendo en esos pisos. El proceso no finalizaría antes de septiembre. "Hasta entonces no podíamos estar en el puente, con el calor que hace, con las ratas y las culebras que hay allí".

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