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Un baño de masas para el Sevilla con más invasiones de las debidas

Un baño de masas para el Sevilla con más invasiones de las debidas / José Ángel García

La fiesta estaba preparada para vivir una mañana inolvidable para todos los pequeños, y muchos menores, que se podían acercar hasta el Ramón Sánchez-Pizjuán para asistir al entrenamiento de la primera plantilla del Sevilla. Un número de 16.130 aficionados, según los datos ofrecidos por el propio club sevillista, se acercó hasta el recinto nervionense para disfrutar de los ídolos balompédicos, aunque éstos no estén pasando por su mejor momento en la tabla clasificatoria en la actualidad. Sin embargo, todo se enturbió un poco por las invasiones.

La cosa empezó poco a poco, con pequeños aficionados saltándose al campo para tratar de recibir el abrazo de algunos de sus principales reclamos, sobre todo el camero Sergio Ramos, que sí cuenta con muchos adeptos entre los más infantes. Pero el tema comenzó a tornar en inquietante para el desarrollo normal del trabajo por parte de Quique Sánchez Flores y los miembros de su cuerpo técnico.

Tanto fue así que desde la megafonía ya se advirtió de que el entrenamiento podía ser suspendido si continuaba la actitud de muchos pequeños aficionados, y alguno más mayorcito, de seguir saltando al campo, con la pérdida de concentración lógica por parte de los profesionales que estaban sobre el césped.

Finalmente, pudo concluir la sesión preparatoria, que tiene su importancia, pues el partido contra el Athletic estaba sólo a dos días vistas al haber sido fijado por LaLiga para este jueves 4 de enero a partir de las 19:15 en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán.

La intención de los organizadores era acercar a los futbolistas a quienes estaban allí para promover la firma de autógrafos, pero tampoco fue posible al ciento por ciento. Por ejemplo, Sergio Ramos se acercó hasta una de las gradas, firmó tres o cuatro sudaderas y otros objetos, pero los miembros de la seguridad aconsejaron que todo acabara pronto debido a que volvían a producirse las invasiones del campo que ya habían tenido lugar durante el entrenamiento.

Fue una mañana de fiesta, sin duda, con la constatación de que los sevillistas más jóvenes sí están dispuestos a apoyar a los suyos a pesar de la delicada situación clasificatoria, pero el tema de las invasiones no estuvo muy controlado. La falta de previsión, en ese sentido, fue evidente.

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