Nadie podrá negar a J. J. Abrams que es un hombre inquieto. Tras revolucionar la televisión y hacerla de autor, produciendo Felicity, Alias y, sobre todo, la serie de culto de las series de culto, Perdidos, Abrams se centró en el cine. Siempre ha dado su peculiar toque a sus productos, siempre adultos y siempre poco complacientes. Tras empezar en la gran pantalla como guionista y productor sus éxitos catódicos le llevaron a dirigir la incomprendida tercera entrega de Misión imposible y a un peculiar filme de monstruos, que desconcertó más que sedujo, Cloverfield. Su siguiente proyecto también llamó la atención. Se trataba ni más ni menos que reactivar una leyenda de la televisión que a partir de 1979 conoció una prolongada vida en la gran pantalla. Star Trek.

Un producto que 40 años después de asomarse a la NBC sigue fascinando y atrayendo seguidores, con las aventuras del capitán Kirk, el vulcaniano señor Spock y demás miembros de la tripulación de la nave estelar Enterprise. Se empezó a emitir en 1966, pero se suspendió abruptamente tres años después. A pesar de este final, sucesivas reposiciones aumentaron su número de fans, que crecieron cuando dio el salto a la gran pantalla. Sin embargo, Star Trek acabó esclerotizándose a medida que avanzaban los filmes y se iban vulgarizando los guiones. Fueron diez títulos que obligaron a cambiar la tripulación original que encabezaban William Shatner y Leonard Nimoy por motivos de edad e incluso fallecimiento. Se dio paso a una nueva generación que no cuajó, hasta que Abrams ha decidido recuperar al entrañable Enterprise.

Lo que no deja de ser curioso, pues el productor siempre ha sido más fan de la saga de las galaxias que de Star Trek. Sin embargo, Abrams debía dejar su sello personal, así que decidió hacer una precuela y contar la juventud de los protagonistas de la serie. Como otras franquicias (Batman sobre todo), la estrategia es reiniciar de algún modo Star Trek con un filme inicial y si la jugada sale bien seguir explotando a la Enterprise y sus andanzas. Claro que se ha contado con más producción, que saca a Star Trek del reino de la serie B donde había sido confinada y dará se supone más espectáculo. Unos 120 millones de euros se han invertido en recuperar la serie.

Sin embargo, hay una voluntad de continuidad con las películas anteriores, como evidencia que el título original sea Star Trek 11, número que corresponde a su orden en la serie cinematográfica. Se eligió a un reparto de jóvenes desconocidos para encarnar a los noveles Kirk, Spock, Sulu, Scottie, Uhura, Chekov y McCoy, con dos excepciones: el británico Simon Pegg, que deja la comedia gamberra y se quiere hacer su hueco en Hollywood, y Zoe Saldana. En los secundarios hallamos nombres como Eric Bana, como el villano de la función, y Ben Cross y la recuperada Winona Ryder como padres de Spock.

Fiel a su costumbre, Abrams no ha soltado mucha prenda de la trama. Se sabe que presentará a Kirk como un rebelde que encuentra una salida a sus problemas entrando en la academia espacial. Allí conoce a Spock, con el que rivaliza. No obstante, el destino les obligará a unir fuerzas en la que será la primera de sus muchas misiones.