Muñoz es el favorito si no se lo impide Sánchez

No hay casos más contrapuestos: al alcalde le resta su partido y Sanz depende en exceso del PP ·  El grado de insatisfacción que flota sobre el presidente del Gobierno marcará las municipales

Muñoz es el favorito si no se lo impide Sánchez

Muñoz es el favorito si no se lo impide Sánchez / Departamento de diseño

Antonio Muñoz tiene muchas papeletas para ganar las elecciones si Pedro Sánchez no se lo impide. Ni José Luis Sanz, ni nadie le inquieta tanto como el presidente. Aunque tiene la campaña casi hecha, Muñoz sospecha que el único que le puede arrebatar el bastón de mando es el propio líder del PSOE. A él y a una legión de sus candidatos.

La mayoría ya tiembla ante la sola idea de su incómoda visita durante la campaña. El grado de insatisfacción que flota en el ambiente sobre su cabeza es tan notorio, que el mero anuncio de su presencia hace que empiece a cundir el pánico entre sus alcaldables.

La sombra de Sánchez es tan alargada, que podría dejar a los más notables en la penumbra. En cambio no pocos aspirantes populares, aun siendo unos completos desconocidos, alcanzarán la gloria en mayo casi sin despeinarse. No hay casos más contrapuestos.

A Muñoz le resta su partido y el candidato del PP no sería nadie sin sus siglas. Lo de Sánchez empieza a ser algo visceral. Su facilidad para achicharrar a sus ministros con tal de mantener intactas sus opciones sólo es comparable a su dificultad para conectar. Ya no sólo se trata de los que puedan votar en su contra. Lo que más preocupa a los alcaldes como Muñoz es la desmovilización de los suyos.

Ni los animosos jubilados con el carné del PSOE que protagonizaron el cameo de la petanca se lo creen, por más que les suba las pensiones. Ni las ayudas sociales durante la pandemia, ni la buena gestión económica, ni el nuevo SMI, ni los ERTEs, ni todo ello junto inclina la balanza a su favor, después de rebajar las penas de los violadores y de acceder a los caprichos del independentismo y de sus socios de Podemos. Nadie, ni Aznar en su peor momento, ha generado tantísimo rechazo, incluso entre su gente.

Al PSOE le preocupa la desmovilización; ni Aznar causó tantísimo rechazo como Sánchez El alcalde fija distancias con su propio partido y el PP en cambio se muestra frío con Sanz

Antonio Muñoz es favorito en las apuestas por lo contrario: porque no causa rechazo y porque un alcalde siempre parte con ventaja. No en vano, las alcaldías no se ganan, se pierden, como le ocurrió a Zoido y a tantos otros, como Monteseirín, bien por incompetencia, bien por desgaste o por lo que sea. Pero salvo imprevisto, será difícil que el actual regidor cometa un error no forzado que le cueste el sillón de la plaza Nueva.

Muñoz no goza de experiencia pero viste el cargo desde su cercanía y autenticidad. Muy correcto en las formas, trata de evitar la algarabía política porque daña el equilibrio mental, y al oponente intenta no regalarle un minuto de gloria: como si no existiera.

Quizá porque las encuestas aprietan, últimamente sí ha entrado en el cuerpo a cuerpo. Pero por lo general, no pierde los nervios y huye de los ambientes crispados, salvo cuando tiene la sensación de que le están birlando la cartera en sus narices. El alcalde es intenso como él solo: no falta su presencia en los grandes actos, ni en los torneos de dominó.

De manual, aunque a poco que usted se descuide, cualquier día se cuela en su cumpleaños. Su estrategia para ilusionar a Sevilla con una idea transformadora de verdad, con un relato bien hilvanado, no es mucho más impresionante que la de sus oponentes, pero estos no gozan de tantos focos a su favor.

El popular José Luis Sanz es el mejor posicionado para disputarle la victoria, pero es mejor alcalde que candidato. Como aspirante parece perfecto. Es impecable en las formas y también recorre cada rincón de la ciudad. El candidato popular maneja con precisión los códigos de la buena gestión. Apenas presenta faltas de ortografías, pero su problema es que le cuesta comunicar y transmitir mejor.

Esta carencia la intenta suplir con tenacidad y a base de pico y pala está logrando que a Muñoz se le haga muy larga la campaña. Dadas sus circunstancias, no tiene mucho que perder y eso le convierte en más peligroso. Los vecinos de Tomares pueden dar fe de su capacidad. Aunque le hará falta algo más que su buena tarjeta de visita para triunfar en la capital, porque no goza del don de gentes con el que sueña todo jefe de campaña.

El partido, frío y distante, lo ha dejado a su suerte. Si Sanz hubiera apostado por Juanma en lugar de haber unido su suerte a la de Zoido en las primarias, su día a día sería bien distinto. Pero él lo encaja con deportividad, sabedor de cómo se las gastan en su partido cuando te equivocas de carta ganadora.

Como en todos. Pese a no contar con los apoyos que podría tener a su disposición, no deja de reunirse con cuantos colectivos le salen al paso para contarle sus penas. Si hay una cualidad que le define es la constancia, aunque no siempre salen las cosas como uno las piensa. Cuando Moreno le acompañó por Triana en un paseo electoral y se puso a prueba el grado de conocimiento y de conexión del candidato con los sevillanos, la respuesta no se hizo esperar: a los cinco minutos, Sanz se dedicaba a fotografiar al líder del PP con los vecinos que acudieron al mercado ese día. Apenas le reconocieron y tampoco importó. Da la sensación de que, a su alrededor, algunos incluso se alegrarían de su derrota y lo sabe.

Los socialistas, en cambio, exhiben a Muñoz como un trofeo, como su mejor carta de presentación. Como si dos décadas de magnífica gestión avalaran su trayectoria, cuando aún no sabe dónde se apagan las luces del Ayuntamiento. Tampoco su popularidad es para tirar cohetes porque apenas ha tenido tiempo. Sánchez ha venido a Sevilla dos veces en mes y medio.

El PSOE también se la juega en Barcelona y Valencia, pero aquí es donde más tiene que perder. Feijóo no ha aparecido hasta este domingo para arropar a Sanz y al resto. En el caso del alcalde, él marca distancias con su partido, tanto con el presidente como con Espadas. No necesita olfatear el ambiente para saber que no podrá relajarse si quiere lograr su objetivo. A Sanz le sucederá al revés: muchos votos le caerán del cielo, a pesar de todo.

Esto último mantiene en vilo a Muñoz. Se sabe favorito pero por un margen cada vez más estrecho. Prueba de ello es que ejerce el cargo con una mosca detrás de la oreja que le persigue y no le deja dormir a pierna suelta. Se siente ganador. Pero necesita el permiso de Sánchez para lograrlo, y hoy es imposible adivinar el alcance de la ola que le persigue. Si el alcalde logra aislar su energía y su fuerza de la marca del partido, tendrá algo menos que temer. Las municipales son las elecciones más peculiares y la gente elige a la persona. Eso le consuela. Pero hasta que no llegue la hora de votar, prefiere no recibir visitas. Por si las moscas.

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