Disfrutando del paraíso. Así es como ando echando fuera el puente del Pilar, en plena Cruz del Mar, con el flujo y el reflujo muriendo al pie de la terraza para que todo se haga apoteosis de contrastes con el sol hundiéndose poco a poco en el agua. Está Chipiona como en agosto, con el no hay billetes colgado en cada frontispicio público, pero no es agosto, sino un otoño insólito cuando ya ha cumplido los veinticinco días de edad. ¿Será para siempre esto que para unos es bendición y martirio para otros? ¿Quién sabe hasta cuándo este tiempo como de verano tibio, pero verano? Eran las ocho de la tarde, declinaba el astro rey y todavía había tritones en el agua sin que nadie dijese pero ¿qué hace ese loco? Nunca había vivido un puente del Pilar, ya otoño talludito, algo semejante a esto de hoy. Ah, y la cola del peaje era de larga que ni le cuento. Qué extraño todo.