La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

La pleamar dejó su sitio a la bajamar

Tras la pleamar llega la bajamar, después de la tempestad aparece la calma y eso es lo que ocurre en esta ciudad cuando con los fuegos se le da carpetazo a los fastos primaverales. El Rocío es otra cosa que no incide en nuestro día a día, por lo que hay que solazarse con este tiempo de bajamar en la agenda lúdica de la ciudad. Se apagaron las cornetas y también los clarines, con lo que ciudad entra en un nirvana que da gusto. Como gusto da en estos días de temperatura confort y menos bulla pasear el laberinto urbano de una ciudad como pocas. Vagar sin rumbo y sin las horcas caudinas que impone el reloj resulta hasta bueno para la salud meterse en el dédalo de una ciudad llana como la palma de la mano en la que ya hasta lucen los toldos como parapeto contra los rayos inclementes. Qué delicia Sevilla en este tiempo.

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