Esta noche en el Alcázar, cita anual con el buen gusto en esa entrega de premios taurinos que inventó el inolvidable Javier Peinado junto al irrepetible Nicolás Muela. Fue a mediados de los ochenta cuando los premios taurinos del Cortinglés nacieron y la memoria se remonta y halla en un rinconcito cómo sonaba la Banda Tejera en la quinta planta. Antes se había producido un milagro físico, convertir en minutos una planta comercial en un salón al que acudía una multitud de personas anhelantes por ir en busca del langostino rampante o de la generosa ración de salmón. De allí, ya desaparecido Peinado, pasó al Alcázar y ahí será cuando esta noche le entregue Curro a Manuel Escribano el premio que lleva su nombre o cómo Manzanares acude un año más a la llamada de su ciudad de adopción. Es una cita que nació fuerte y que ahí sigue, obligada y muy a gusto.