Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

Conversos

EN los últimos meses he tenido ocasión de conversar con un buen puñado de conversos a una nueva fe que se desarrolla con profusión en Andalucía y que va ganando partidarios también fuera de nuestros límites territoriales. Son los nuevos susanistas, los que consideran que la llegada a la Junta de Andalucía de la nueva presidenta ha supuesto una bocanada de aire fresco a la propia Administración andaluza y un partido socialista envejecido y agotado. Lo más curioso de estos conversos es que en su inmensa mayoría son los mismos que hasta el pasado verano cada vez que se les citaba el nombre de Susana Díaz la tachaban, como poco, de trepa, aparatichi y de no conocer vida laboral o social más allá de las intrigas y los navajeos propios del partido. ¿Qué ha pasado para que desde ámbitos en los que antes era ferozmente criticada hoy se le reconozca tanto mérito y capacidad hasta ahora oculto? Algo nuevo debe de haber traído Susana Díaz, porque las personas que han cambiado su opinión no son unos don nadie sin criterio o aspirantes a recibir favores desde la Junta o desde el partido, sino empresarios cualificados, gente del mundo de la universidad o políticos ya en la segunda fila pero con prestigio suficiente para que su opinión sea todavía tenida en cuenta. No creo que se pueda decir que la presidenta andaluza haya lanzado mensajes nuevos o ideas ilusionantes al penoso panorama en el que se desenvuelve la política andaluza o la nacional. Ni se le han escuchados discursos como para deslumbrar. Si exceptuamos su apuesta por un PSOE que en la crisis catalana se deje de medias tintas y apueste por España y su planteamiento de un proceso de regeneración que su partido lleva años pidiendo a gritos, es muy poco lo que todavía se puede atribuir a la presidenta andaluza. Y su gestión del Gobierno andaluz en el poco tiempo que lleva es, por decirlo con palabras suaves, enormemente discreta.

Pero lo cierto es que ha entrado como un ciclón. El paseo que se ha dado este fin de semana por el congreso del PSOE en Granada anticipa que va como una flecha y que es hoy por hoy la apuesta más sólida que tiene el PSOE en toda España, aunque ello vaya a traducirse más en influencia y en poder entre bambalinas que en el salto a corto plazo a Madrid. Susana Díaz ha traído sobre todo ganas de hacer cosas y hacerlas de otra forma a un partido que se desangraba a chorros y a una Junta de Andalucía perdida en el laberinto de los ERE. Sólo con eso ha logrado convertirse en el centro de todas las miradas. La legión de conversos al susanismo seguirá sin duda incrementándose, pero la presidenta andaluza hará bien en medir los tiempos y no acelerar demasiado porque el exceso de velocidad es ahora su principal riesgo.

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