HAN pasado las motos por el circuito de Jerez, que es prácticamente como su casa, y nos han dejado dos días de entrenamientos serios, de puesta a punto de conocimientos de las nuevas motos, de los nuevos neumáticosý Nos han dejado también olor a gasolina, caídas y goma gastada en las curvas. Pero lo que nos han, dejado, sobre todo, es el anuncio de nuevos duelos de fuego.

La parrilla de MotoGP de la próxima temporada echará chispas. Por un lado tenemos al australiano Casey Stoner, un campeón del mundo que aún no termina de creérselo, al estadounidense Nicky Hayden, uno que fue campeón y tiene ganas de volver a serlo, y al italiano Valentino Rossi, un grandísimo campeón más quemado que una cerilla con ganas de revancha. Por el otro, por el que más nos toca a nosotros, tenemos a Dani Pedrosa, quizá el mejor piloto español de los últimos 20 años y con ganas de coronarse en la categoría reina, a Jorge Lorenzo, el provocador recién llegado y dispuesto a comerse el mundo, y a Toni Elías, el piloto más espectacular que habita en la parrilla de Moto GP.

Y aunque los primeros nos recuerdan aquellas batallas de 500 centímetros cúbicos entre los Wayne Rainey, Wayne Gardner, Kevin Schwantz, Freddie Spencer o Eddie Lawson, son los segundos los que abren la caja de la nostalgia hacia los primeros duelos de fuego sobre el asfalto. Uno mira a los tres españoles, cierra después los ojos y se encuentra en la maleta de la memoria carreras al rojo vivo entre Sito Pons, Carlos Cardús y Joan Garriga, aquellos locos que hicieron que nos pegáramos al televisor en los años ochenta. Lo malo de aquellos tiempos es que ya no volverán. Lo bueno, visto hoy, es que aquellos jinetes cabalgaban en las dos y medio, mientras que los actuales lo hacen con las motos gordas. ¡Qué gran año nos espera!