La ciudad y los días

Carlos Colón

Morir en España

OIGO a dos matrimonios de edad avanzada, aunque aún no ancianos, quejarse de la sobrecarga de cansancio y ansiedad que les ocasiona el que no existan medios para tratar la dolencia de uno de los cónyuges, o que estén colapsados obligando a meses de espera, y por ello los hayan derivado de su lugar de residencia -en un caso Jerez y en el otro Córdoba- a Sevilla. Ello les supone un desplazamiento diario que, sumado a la casi siempre inevitable espera para recibir el tratamiento, les ocupa unas cinco horas diarias para recibir una atención que en sí misma dura entre diez y quince minutos.

Leo en Abc la queja de un lector obligado a someterse a diálisis que ha de sufrir las carencias del servicio de recogida domiciliaria, que tarda hora y media en llevarle al centro médico y el mismo tiempo en devolverle a su casa. Tres horas de traslado -pese a que reside en la capital- agravadas por la debilidad tras ser dializado.

Leo en El País un reportaje de María R. Sahuquillo cuyo titular da suficiente idea de su contenido: "Aún se muere sufriendo. España tiene 350 unidades de cuidados paliativos. Necesita 200 más para llegar a toda la población. La atención domiciliaria es uno de los puntos flacos". Cuenta el caso de una enferma terminal que vivió un calvario, tras acudir a la sanidad privada y pública, hasta que su familia recurrió a la Asociación Derecho a Morir Dignamente de Madrid y pudo disfrutar de los debidos cuidados paliativos que le permitieron terminar sus días en su casa, rodeada de los suyos y -como dice una de sus hijas- "conservando su energía y su felicidad, siendo ella misma, hasta el final". Y el caso de una enferma de alzhéimer que hubo de soportar durante ocho años su dolencia sin acceso a los cuidados paliativos ni tan siquiera en los últimos 24 meses, cuando su situación era crítica: "Estaba ingresada en una residencia especial para enfermos de alzhéimer -dice su hija- en la que no le daban ni siquiera un calmante para poder dormir. Los enfermos de alzhéimer muchas veces no hablan ni se quejan, por eso los tienen dejados de lado".

¿Cómo pueden dormir en paz los políticos que cada año hacen los presupuestos? ¿Cómo se puede invertir un euro, un solo euro, en tanto gasto frívolo y suntuario (con o sin pretexto cultural) o propagandístico (como las inútiles y ruinosas televisiones públicas) sabiendo que en este país los tratamientos duros se hacen aún más duros -además de retrasarse peligrosamente- y aún se muere sufriendo, existiendo remedios para evitarlo, sólo por carencia de medios? Déjense de monsergas: progreso es lucha contra el sufrimiento.

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