La crónica económica

Gumersindo Ruiz

Nuevos equilibrios

Estamos acostumbrados en la profesión a ver la economía como un sistema de ajustes y desajustes, de desequilibrios y equilibrios. En la actual crisis financiera destaca últimamente el papel de los fondos soberanos que toman posiciones en empresas y bancos de inversión, aprovechando las necesidades de capitalización de éstos. El fondo estatal de Singapur ha invertido en Merrill Lynch; el de China y entidades financiera de ese país en Morgan Stanley, Bear Stearns y Barclays; el de Abu Dhabi en Citigrup, e inversores de Asia y Oriente Próximo, en el banco suizo UBS.

En estas y otras operaciones se ha querido ver un movimiento compensador de los problemas de liquidez, ya que en algunas partes sobra lo que en otras falta, así como aprovechar oportunidades por la fuerte caída en bolsa de estos bancos. Las operaciones no se han hecho todas en los mismos términos, predominando la emisión de títulos convertibles que reciben un elevado interés (entre el 7 y el 11 por ciento) hasta que se conviertan en acciones del banco, con o sin, según los casos, un diferencial sobre el valor de la acción actual. Sólo los bancos norteamericanos han recibido del exterior capitalización por 21.000 millones de dólares.

Los fondos más importantes (en miles de millones de dólares) son el de Abu Dhabi, 625; Noruega (fondo público de pensiones), 322; Singapur tiene dos con 215 y 108; Kuwait, 213, y China 200, aunque en algunos casos sólo un porcentaje reducido es para inversiones extranjeras. Otros fondos, más pequeños y con otra orientación, son los de Rusia, Corea del Sur, Venezuela o Chile. Los fondos son para invertir y también para uso interno: estabilizar ingresos derivados del petróleo, cubrir la seguridad social, o potenciar determinados sectores productivos. En total, hay unos 2.300 miles de millones de dólares en fondos soberanos activos.

Estas inversiones no están exentas de polémica por el poder y control que dan a algunos estados sobre las empresas de otros, lo que da lugar al llamado "nuevo proteccionismo financiero". Sin embargo, se argumenta que, hasta ahora, estos fondos soberanos están gestionados por profesionales, su política ha sido de gran estabilidad, buscando posiciones a largo plazo, no especulativas y, a diferencia de otras sociedades y fondos, no se endeudan.

¿Sería pensable un fondo de estas características en una región autónoma como Andalucía? Si vemos los estados que tienen fondos son, o bien poseedores de materias primas como el gas o el petróleo y obtienen de ahí su riqueza, o son economías orientadas a la exportación, lo que les permite un superávit entre exportaciones e importaciones y, por tanto, un ahorro. Esto no impide que un Gobierno nacional o regional, sobre todo con una dimensión como Andalucía, no pueda dedicar recursos a un fondo con una finalidad específica de participación y promoción. Cabe también que en este fondo, promovido por un poder político, tenga cabida la inversión privada, siempre que la finalidad y funcionamiento del fondo estén claramente definidos. Como vemos, los propios problemas abren perspectivas y hacen plantearse nuevas ideas, especialmente valiosas en tiempos de crisis.

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