Pedro Sánchez vota en las elecciones del 28M de 2023.

Pedro Sánchez vota en las elecciones del 28M de 2023. / J. J. Guillén · Efe

EL relato que la factoría de Moncloa construyó en 12 horas para explicar el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio está repleto de vacíos y de contradicciones que no lo hacen creíble, algo falla en el hilo argumental con el que Pedro Sánchez ha querido tranquilizar a los suyos.

Es cierto que ha asumido de voz una responsabilidad en los malos resultados autonómicos y municipales del domingo pasado, pero a la vez asaltaba el calendario con una cita urgente para acallar, o retrasar, el debate interno. Ni siquiera felicitó a uno de los pocos ganadores de la noche, a Emiliano García-Page. Es cierto que sería mejor que España se clarificase antes de asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea, pero no encaja que haya decidido malgastar dos meses de su reinado continental en una campaña electoral y en la negociación posterior de la formación del Gobierno si eso es tan importante. Es cierto que el resultado del 28-M ha sido muy malo, pero nadie gana tiempo recortándolo. Es como si José Félix Tezanos hubiese redactado este falso argumentario.

Este adelanto electoral tiene bastante de dimisión enmascarada, creo que de escapismo, porque no hay condiciones ni datos para sustentar que el PSOE sea el partido más votado en julio. Es de manual: ante una previsible derrota y esperar seis meses a ver qué ocurre con la presidencia europea, cualquier dirigente hubiera apostado por llegar a diciembre. O a septiembre o a octubre. Esto no se sostiene. ¿Por qué en pleno verano, cuando media España no va a atender a la campaña electoral?

Pedro Sánchez tiene unas prisas delatadoras, una urgencia de la que se intuye que no soporta durante mucho más tiempo la dureza de una oposición que no es más cruel que la que él practicó con Mariano Rajoy. No quiere aguantar seis meses de espera ante una derrota que sabe segura, ha preferido afrontar ese sabor amargo antes que soportar otro medio año de suplicio.

Quizás crea que el resultado de las elecciones de julio será tan complicado como el de las primeras generales de 2019, que el PP y Vox no logren sumar para investir a Alberto Núñez Feijóo, que España quedará empantanada durante muchos meses y que, incluso, lleguen a repetirse las elecciones, un tiempo magnífico en el que será presidente de turno de la Unión Europea y podrá pensar en otra salida. Unas suposiciones que sólo firmaría Tezanos y que sólo rubricaría alguien que antepone un secreto interés personal a la gobernación del país. Enigmático.

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