Sevilla y Cádiz

Sevilla y Cádiz, Cádiz y Sevilla, son ciudades diferentes, pero complementarias

Se atribuye a Fernando Villalón aquello de que el mundo se divide en dos partes: Sevilla y Cádiz. Más que el mundo, ése era su mundo. Entre Morón, Lebrija y Sevilla, el poeta del 27 se sentía continuador de un universo mágico que se extendía a lo largo de las marismas del Guadalquivir en el que sus toros eran descendientes de los de Gerión y cuya cultura enlazaba con el mundo fenicio y tartesio. No podemos dejar de esbozar una sonrisa cuando leemos estos pensamientos, pero no debemos perder de vista que los poetas son capaces de ver lo que no vemos el resto de los mortales.

Sin que sirva de exclusión para el resto de provincias andaluzas, sí que es verdad que las dos ciudades, sin olvidarnos de la hermana Huelva, tienen muchas cosas en común. Sevilla y Cádiz, Cádiz y Sevilla, son ciudades diferentes, pero complementarias. No conozco ningún sevillano que no ame profundamente a Cádiz ni sienta a esta ciudad como algo propio ni se vea a sí mismo representado en la forma de ser gaditano.

Cádiz y Sevilla son ciudades que me recuerdan a Venecia. La primera, por estar rodeada de agua por todas partes y en la que todos sus caminos conducen al mar. La segunda, por su clasicismo, su amalgama cultural de siglos y su gusto italianizante; incluso tenía su acqua alta.

Cádiz y Sevilla son ciudades americanas en España, modelo de urbes de Hispanoamérica y antiguas puertas de entrada y salida para las provincias de ultramar. Si Sevilla fue la capital del mundo en el XVI, Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, fue el faro que guió a la España Ilustrada. Su espíritu liberal sirvió para que la identidad española no sucumbiera, una vez más, ante las fauces del inmovilismo y la intransigencia.

Testigo del espíritu ilustrado y liberal, cumple años un periódico que desde 1867 permanece lleno de vida. El Diario de Cádiz ha cumplido sus primeros 150 años rebosante de salud, al menos para lo que se da en la prensa escrita. Muchas cabeceras han caído desde entonces y el Diario se mantiene firme en sus convicciones de ser un medio de información con absoluta independencia del poder reinante. En ello, pienso, le va la vida.

En estos momentos en los que la prensa en demasiadas ocasiones sirve más a una fracción del poder que al beneficio público, el Diario de Cádiz respira toda la independencia que le es posible. Su éxito se debe a su espíritu liberal, a la gaditana manera.

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