EL alcalde de Sevilla, confirmado por Chaves hasta final de mandato, como no podía ser de otra manera, ha comentado que ahora acude menos a actos antes habituales en su agenda, y delega en Celis, porque está absolutamente volcado en generar empleo en Sevilla para combatir la crisis. Debe ser que Monteseirín durante los últimos diez años ha gobernado una imaginaria ciudad de pleno empleo y por eso sí tenía tiempo para estar en misa y repicando.

Ayer era una jornada en la que tenía a mano corroborar con hechos su dedicación absoluta a los temas prioritarios. Era Monteseirín, por ser el alcalde y el presidente del consejo de administración, quien debía protagonizar el intento de pacto por la continuidad laboral de Mercasevilla, diferenciando la actividad profesional de esta empresa respecto al escándalo de su gestión y al presunto cohecho. Además, estamos en puertas de ejecutarse el veto que los minoristas de pescado de Sevilla le han decretado a los mayoristas de Mercasevilla para no comprarles su género del 1 al 7 de enero y abastecer a Sevilla comprando en los mercados centrales de otras ciudades, lo que pondría claramente en cuestión que Mercasevilla, con una plantilla de 220 trabajadores, fuera una entidad imprescindible. Sin embargo, en el reparto de tareas y marrones entre PSOE e IU, le ha correspondido a Torrijos liderar ese intento de pacto político y aguantar el chaparrón de los fantasmas judiciales del caso que más les preocupa a ambos.

A la misma hora que tenía lugar esa reunión en el Ayuntamiento, Monteseirín había elegido estar visible visitando las obras de ampliación de la Capilla de los Marineros, sede de la Esperanza de Triana. No bastaba con la presencia de Rosamar Prieto, delegada de Fiestas Mayores. Monteseirín tenía que estar allí para anunciar que le dan la medalla de oro de la ciudad a la hermandad. Tiembla, Rouco. La economía sostenible del socialismo cofrade da más medallas.