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La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El obituario rompió en feliz elegía

Qué vida más corta para una cofradía tan larga. Así empezaba un obituario que rompió en espléndida elegía a la muerte joven de un compañero que, sin embargo, también era amigo. La muerte de Fernando Carrasco nos consternó a cuantos nos honró con su amistad, por lo que ese obituario elegíaco que le salió a Carlos Navarro por las yemas de sus dedos con procedencia directa del corazón nos conmovió tanto que fue como el pistoletazo de salida hacia lo eterno. Tras ese reflejo en negro sobre blanco, Fernando seguiría viviendo y habitando entre nosotros. Casi un año después de aquella catástrofe de corazón parado en la Puerta del Príncipe, a Carlos se le reconoce oficialmente dicho monumento a la fraternidad con el primer premio a nombre del amigo muerto. Por eso, hoy me asomo a esta ventana con la consternación renovada y el afecto multiplicado.

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