Écija

El arroyo Argamasilla anega Écija por octava vez en tres años

  • El alcalde cifra en 20.000 personas las afectadas por la riada, que superó el metro de altura. La crecida del río Genil obligó a movilizar a la UME esta madrugada.

Ocho veces en tres años. Ocho veces que los vecinos de buena parte del casco histórico de Écija han tenido que colocar barreras con chapas, ladrillos, planchas metálicas o tablones para impedir, casi siempre en vano, que el agua entrara en sus casas. Ocho veces que han tenido que cargar con muebles y electrodomésticos escaleras arriba para salvar lo que se pueda en las horas en las que la riada era inminente. Ocho veces que se han quedado en casa viendo subir el agua con el miedo en el cuerpo,  llamando a la familia para avisar de que están bien. 

Ocho veces que se han traducido en unos profundos descrédito e indignación hacia la clase política, que en muchas ocasiones -muchas más de ocho- les prometió que el desvío del arroyo Argamasilla solucionaría el histórico problema de las inundaciones en Écija. La última parecía que era la buena. Después de que el arroyo se desbordara seis veces en el año 2010, una en febrero y cinco en diciembre, la Junta inició las obras para el desvío del cauce. 

 

Los trabajos avanzaban a buen ritmo hasta que se vieron afectados por los recortes. La obra, presupuestada en unos 30 millones de euros, se paralizó en la primavera de 2012. Pese a que la Junta asegura que hay una partida presupuestaria de 20 millones para 2013 destinada al encauzamiento del Argamasilla, los trabajos no se han reanudado. 2012 fue un año seco y no hubo problemas. En el momento en que ha llovido intensamente durante varios días, el arroyo ha vuelto a salir por las alcantarillas de las calles más bajas de la población y por los sumideros de las casas y garajes. Ya lo hizo el sábado, anegando de nuevo varias zonas, pero ayer alcanzó una altura inédita, superando el metro en algunas calles del barrio de Confalón.

 

Buena parte del centro del municipio sufrió inundaciones. Calles como Arroyo -llamada precisamente así porque bajo ella discurre el Argamasilla, entubado en un colector-, Mendoza, La Victoria, Villarreal o la avenida de Confalón parecían más propias de Venecia que de una ciudad de la Campiña sevillana. El agua bajaba desde las zonas más altas formando ríos en las calles, con una corriente tan fuerte que para cruzar de acera algunos vecinos utilizaban una cuerda. Mientras unos sostenían la soga en cada extremo para mantenerla tensa, la persona que quería cruzar lo hacía agarrándose a ella para no ser arrastrada por la corriente.

 

El alcalde, Ricardo Gil Toresano (PP), cifró en 20.000 los afectados en mayor o menor medida, lo que supone prácticamente la mitad de la población. En Écija la mayoría de las casas cuentan ya con bombas extractoras de agua. De cada puerta sale al menos una manguera y de cada una de ellas un caño. En algunos garajes se sigue utilizando el sistema tradicional del cubo. "Esta cochera la limpiamos el sábado, que nos dimos un lote de trabajar, quitando barro, y mire cómo está ahora", dice Rosario Peña, vecina de la calle de La Victoria, señalando un garaje en el que el nivel del agua alcanza el medio metro. Los coches se los llevaron el sábado cuando recibieron el aviso de la riada, los aparcaron en la zona alta del municipio y desde entonces no han vuelto al garaje. 

Vídeo: Antonio Pizarro

Desde la terraza de la casa de Rosario Peña y Mariano Marín hay una vista privilegiada de la inundación. Es la vivienda de la esquina de La Victoria y Mendoza y desde ella puede verse la confluencia de cuatro calles. "No sólo está bien para días como hoy, también para ver los pasos", cuenta la mujer, señalando la iglesia de la Victoria, de donde sale la cofradía del Cristo del Confalón, situada frente a su casa. En la puerta del templo, un grupo de jóvenes permanece junto a una barrera para vigilar que el agua no entre.

 

Unos metros más abajo, un camión de los Bomberos se adentra en la calle. Han recibido el aviso de que hay dos niños solos en una vivienda en la avenida de Confalón. Cuando llegan, un hombre les dice que quien ha llamado ha sido él, pero que los niños no estaban solos, que ha llamado para que achiquen agua de la planta baja. "Así estamos todos, señor, sólo atendemos los casos urgentes y pensábamos que los niños se encontraban atrapados. Lo sentimos", explica el bombero. El hombre lo asume, al fin y al cabo toda la calle está igual, y pregunta cómo está el nivel del río. "Ahora mismo está controlado", responden.

Movilizan a la UME por la crecida del Genil

La situación de emergencia que vivió este martes el municipio hizo necesaria la movilización en la madrugada de este miércoles de la Unidad Militar de Emergencia (UME) después de que al desbordamiento del arroyo del Argamasilla se le uniera la creciente amenaza de anegaciones por la crecida del río Genil. Pasada la medianoche,  la Delegación del Gobierno de la Junta en Sevilla asumió la dirección del plan de emergencias, que se elevó al nivel dos ante la "preocupante" subida del afluente del Guadalquivir, que a esa hora ya superaba los 6,8 metros, cuando el tope queda establecido en 7,4 metros. La preocupación ante una posible crecida del Genil era más que patente entre los astigitanos, puesto que el desborde del río supondría una inundación mucho mayor y más peligrosa. "Ha subido un metro en una hora, aún hay margen, pero todavía no desembalsan en Iznájar", decía por la tarde un vecino de Residencial Confalón, que creía que la de ayer es la mayor de las últimas diez inundaciones.

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