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Sevilla

Pies de barro, manos de cristal

TENÍA inquietudes artísticas, pero no se le daba bien el Dibujo. Estudió Perito Agrícola y tuvo su primer hijo. Estudió Paisajismo porque adora los jardines, pero si quería trabajar tenía que irse a Málaga. Vino su segundo hijo y Victoria Márquez, 40 años, no sabía como conciliar trabajo, familia y vocación. Tantas dudas se resolvieron de golpe cuando dio con una Escuela Taller de Vidrieras que impartía en el Hogar Virgen de los Reyes Francisco García Chaparro.

"Éramos 12 mujeres y dábamos clase en el coro de la antigua iglesia", cuenta Victoria, que ahora trabaja con quien fue su maestro en la Asociación Cultural Barro y Cristal que de forma altruista García Chaparro ha abierto en su cochera de la calle Relator.

Es un taller de puertas abiertas donde el artista pone al servicio de sus alumnos o discípulos una técnica de trabajar el vidrio que aprendió en sucesivos aprendizajes en Colonia, Barcelona y Triana. "Fui a Alemania en un intercambio cultural, yo les enseñaba cerámica y ellos me dieron las nociones fundamentales de la vidriera, que después perfeccioné en una escuela de la Generalitat situada junto a la estación ferroviaria de Sants". Llegan a la vidriera por el diseño, corte de cristal y emplomado.

García Chaparro nació en 1940 en Villaverde del Río, a cuya patrona, la Virgen de Aguas Santas, le dedicó un mural externo que bendice a los inquilinos de la discoteca Jackson. La artesanía es una vocación tardía, precedida de un ánimo aventurero que le llevó como misionero a Guatemala y a El Salvador. A este país acudió para montar un taller de cerámica y regresó a España dos meses antes de que asesinaran a Monseñor Arnulfo Romero el 24 de marzo de 1980 en la catedral salvadoreña.

A otro mártir asesinado en el mismo país, el jesuita vasco Ignacio Ellacuría, lo conoció en Córdoba. "Lo invitamos a almorzar. Vino a una conferencia abrahámica a la que asistieron también Helder Cámara o Hans Küng". Esas misiones están en la base de su concepto solidario de la artesanía. "Vimos lo de Vicente Ferrer en la India y mi mujer me dijo que no hacíamos nada. Me gusta mucho relacionarme con la gente y decidí abrir este taller".

De esa forma, se acercaron a esta antigua cochera de la calle Relator el dentista Juan Melgar, la vecina de San Lorenzo Dolores López, que trabaja de administrativa en una constructora, o el publicista Jaime Mazón, también natural de Villaverde del Río. "Una paciente vio una cosa mía en la consulta y me habló de este taller", dice el doctor Melgar. "Todo es artesanía en mi oficio. Las fundas se hacen con técnicas de joyería. La ortodoncia se hace con programas de ordenador propios de la arquitectura".

Victoria, la jardinera que estudió Perito Agrícola porque no sabía dibujar, está casada con un arquitecto técnico. "Este oficio me permite independencia, Paco me cuece las cosas que hago, las vendo a los bares", dice la madre de Victoria y Sahoro, los niños que despejaron en el curso del tiempo sus incógnitas laborales.

Empezaron el curso con nociones básicas sobre cómo partir el cristal. "La cerámica y la vidriera son parientes", dice García Chaparro. "La cerámica es barro vidriado. Estuve un año en Mensaque. El horno era de leña y sólo paraba un día al mes". Al final de su periplo misionero, se planteó un trabajo de civil. "Empecé a pintar y no vendía cuadros. Busqué un medio de vida, pero no todos me convencían".

Lleva casi 30 años en Relator, este nexo entre la Alameda y la Macarena, entre Feria y San Luis. "Esta cochera que he transformado en taller fue antes iglesia protestante, a los pobres se la tenía jurada el cardenal Segura, y consulta de un médico de la garganta que era hermano del torero Pepín Martín Vázquez".

Hay vidrieras de García Chaparro en iglesias de la playa y de la sierra. En Sevilla Este y en la iglesia de los Gitanos. Su Biblia del oficio es un libro de vidrieras de la catedral de León de Cayo Jesús Fernández Espino. "Es un tesoro documental. Temía que destruyeran la catedral en la guerra, tomó imágenes de todas las vidrieras con un anteojos y las copió a la acuarela".

No hay numerus clausus en la Asociación Barro y Cristal. El artesano peatonalizó su cochera y la llenó de licenciados Vidriera que dejan sus oficios para centrarse en las artes. Con la protección de la Virgen de Aguas Santas.

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