Solvencia como virtud principal es lo que adornó al Sevilla en el primer ensayo de una pretemporada que tiene en la previa de Champions su horizonte más perentorio. Aunque el rival no sirve para una rigurosa prueba del nueve y con el único lunar del agujero que originó el gol nipón, las sensaciones ofrecidas por el equipo sirven para aclarar cosas. Por ejemplo que le aportó un plus de verticalidad sobre lo que ofrecía a las órdenes de Sampaoli.

Mostró Berizzo su contento a la terminación y a la par no se recató en mostrar el alegrón que le ha producido la llegada de un viejo conocido como Nolito. Se da la circunstancia de que fue de su mano cuando el sanluqueño rompió amarras. Y tantas rompió que hasta Guardiola, que jamás le dio bola en el Barça, le exigió al City su adquisición. Y lo contentos que estarán allí con Pep por haberlo devaluado un cincuenta por ciento en un solo año, nada más y nada menos que en un añito.

Ahora tiene la posibilidad de rehabilitarse y de mirar al Mundial con cierto fundamento. Y si logra el Sevilla convencer a Jesús Navas, el contento será para brindis con champán y similares. Navas es otro que puede sentirse víctima de los caprichos de Guardiola. Si con Pellegrini tenía ciertas posibilidades, con Guardiola terminó por aburrirse y sentirse un florero. Por tanto, otro que vendría al Sevilla enrabietado por recobrar el prestigio perdido en Etihad Stadium.

Pero volviendo al primer ensayo de la pretemporada hay que señalar que debe el Sevilla apuntalar la defensa para que le quede un equipo redondo. Por lo pronto ya evidenció una vuelta de tuerca a lo que proponía Sampaoli. Eso de llevar el mando del juego y de vivaquear, sobre todo, en campo contrario parece ser que se mantiene con la propina de una mayor verticalidad. Así pareció en el primer ensayo, lo que no quiere decir que haya de considerarse definitivo.