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Calle Rioja

Francisco Correal

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Cartel de Fiestas Primaverales de Fernando Botero

Después de vivir cinco años en Barcelona, Gabriel García Márquez (1927-2014) soñó que asistía a su propio entierro, “a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta”. El escritor colombiano murió el 17 de abril de 2014. Ese día era Jueves Santo. El décimo aniversario de su muerte coincide hoy con el Miércoles de Feria. Para que pueda asistir vivo a su propio entierro, que tiene aires de resurrección, este miércoles es festivo en Sevilla, en detrimento de San Fernando, pero ése es otro cantar. Ese sueño funerario lo cuenta en el prólogo de su libro Doce cuentos peregrinos (Mondadori), texto introductorio firmado en Cartagena de Indias en abril de 1992. El día 20 de ese mes y ese año se inauguró la Exposición Universal de Sevilla. El día de Colombia en la Expo el Nobel colombiano estuvo en Sevilla y presentó su libro.

De Jueves Santo a Miércoles de Feria. Parece un cartel de Fiestas Primaverales firmado por Fernando Botero. El real de la Feria limita al norte con García y al sur con Márquez, como si ese espacio de la ciudad efímera fuera un Macondo donde el realismo mágico es una derivación etimológica de la magia que contiene el real.

El callejero lo forman nombres de toreros. García y Márquez tienen varias cosas en común. Manuel García Cuesta (1865-1894) fue conocido como El Espartero. No confundir con el general manchego de Granátula de Calatrava que llegó a presidente del Gobierno ni con el topónimo de Espartinas del que deriva el nombre taurino de Espartaco. El Espartero debía su apodo taurino al negocio de espartería que su padre tenía en el barrio de la Alfalfa. Pascual Márquez (1914-1941), capicúa como Marilyn Monroe (1926-1962) o como Paquirri (1948-1984) nació en Villamanrique de la Condesa.

Ninguno de los dos, ni El Espartero ni Pascual Márquez, llegaron a los 30 años. El primero tenía 26 cuando el toro Perdigón, de la ganadería de Miura, lo cogió mortalmente en la plaza de Las Ventas el 27 de mayo de 1894. Pascual Márquez nació el año que empieza la Primera Guerra Mundial y toma la alternativa en plena guerra civil, en la corrida del Corpus de 1937. Tenía 29 años cuando el toro Farolero, de la ganadería de Concha y Sierra, lo corneó mortalmente, también en Madrid, el 18 de mayo de 1941. Murió doce días después, 30 de mayo, festividad de San Fernando. García Márquez tenía 14 años. Su obituario es una crónica taurina: “Toreaba de capa, el viento levantó el engaño y dejó el cuerpo del torero al descubierto”.

Dos toreros sevillanos, uno de la capital, otro de la aduana para llegar al Rocío. Los dos muertos en plena juventud profesional. Los dos en Madrid. Sus dos entierros fueron multitudinarios. Toda vida de torero es la crónica de una muerte anunciada, novela que el escritor colombiano empezó a escribir en 1979. Dos toreros con una importante dimensión literaria. El Espartero inspiró a Blasco Ibáñez Sangre y arena y se le atribuye una frase que ha tenido más recorrido que la obra de la mayoría de ganadores del Nobel de Literatura: “Más cornás da el hambre”. El entierro de Pascual Márquez y el traslado de los restos del torero a su pueblo natal los narra Alfonso Grosso en su novela Florido mayo. Otra coincidencia: los dos toreros de abril, el mes de la Feria, mueren en mayo. Rafael Alberti cuenta en La arboleda perdida que Pascual Márquez e Ignacio Sánchez Mejías, le acompañaron cuando hizo el paseíllo en la plaza de toros de Pontevedra. Miembros de la peña taurina de esta ciudad gallega han estado estos días viendo los toros en la Maestranza.

La calle El Espartero del real de la Feria nace justo en la portada. Corre paralela a la parada de taxis en la Avenida Flota de Indias. Va desde Antonio Bienvenida hasta Costillares. Es una calle sin números pares, salvo la última caseta, una de dos módulos, 118-120. Tiene nombres como Los Amorosos (no en los tiempos del Cólera), Los Constantes, Los Flamencos.

Para llegar a Pascual Márquez hay que hacer un paseíllo de paralelas por Gitanillo de Triana, Joselito el Gallo y Juan Belmonte. Tiene una caseta de primoroso título: Los Deficitarios Perpetuos. Es la calle donde están las casetas de distrito y la reciente novedad de la caseta de los Turistas, que con su “Welcome” invita a un cuento peregrino de García Márquez. En esta calle estuvo, con la mano diestra de Rafael Marín, la caseta de Diario 16 Andalucía, periódico que nace en 1982, el año que García Márquez consiguió el Nobel de Literatura. Su vecino de estancia barcelonesa Mario Vargas Llosa, que conoce la Feria de Abril, lo ganó en 2010. El colombiano nace en 1927, el mismo año que Ratzinger (Benedicto XVI). El peruano, en 1936, el mismo año que Bergoglio (papa Francisco). Pontífices del realismo mágico.

Hay tres abriles en los Doce Cuentos peregrinos de García Márquez. El mes de 1992 en el que firma el prólogo en Cartagena de Indias. Y dos de los cuentos. En abril de 1978, el año que llega Woyjtila al Vaticano, escribe el titulado Sólo vine a hablar por teléfono. Historia que empieza con una joven mexicana a la que se le avería el coche en el desierto de los Monegros cuando se dirige a Barcelona. En abril de 1980, el año del 28-F y los Juegos Olímpicos de Moscú, escribe Diecisiete ingleses envenenados. Relato de un trasatlántico que llegaba a Nápoles desde Buenos Aires cargado de italianos que volvían a su patria por primera vez después de la guerra.

La vida de Gabriel García Márquez empezó en marzo (de 1927) y terminó en abril (de 2014). Su primer oficio fue el de periodista. Aunque su firma aparece por primera vez en El Universal de Cartagena de Indias en 1948, se consagrará como articulista en El Heraldo de Barranquilla. Tres Abriles (1950, 1951, 1952) aparecen con su columna “La Jirafa”, que firmaba como Septimus. Curiosamente, son los tres años que Alfredo di Stéfano, que muere también en 2014, jugó en Colombia, en el Millonarios de Bogotá, donde sufrirá un secuestro antes de fichar por el Madrid.

Abril de verdad, titula su columna del 1 de abril de 1950 en el libro Textos Costeños (Mondadori), obra periodística editada y recopilada por Jacques Gilard. “…nosotros tendremos lluvias y resfriados mientras los europeos tendrán primavera”, escribe en una declaración de amor a ese mes. “Ese dorado Abril que tantas cuentas tiene pendientes con Juan Ramón Jiménez”. “Son éstos los únicos treinta días del año en que todos los barberos del mundo silban, mientras aplican un masaje, la desgranada música de Rossini”. Un guiño al barbero de Sevilla. Abril de 1951 empieza con una faena taurina. Una vaca se ha escapado por el centro de la ciudad. Juega con la vaca lechera para titular que “No era una vaca cualquiera”. “De todas las casas salieron sobrecamas, cortinas, gallardetes…”. Un vecino “se echó a la calle a sacarle verónicas a la vaca con una camisa de dormir. De los balcones cayeron sombreros y serpentinas”.

García y Márquez en el real. Entre Los Remedios y Tablada. Macondo en la calle del infierno, que suena al Diablo Cojuelo.

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