Parece imposible, o muy poco probable, que el Sevilla vaya a tropezar en la misma piedra que dio con el Betis de bruces en la calle de la Copa. Podría calificarse de eliminatoria trampa la que esta noche arranca en Carranza, pero tampoco. Aparte de que a entrenador nuevo, victoria, el Sevilla no está hecho para caerse en lo más llano y lo normal es que traiga la eliminatoria ya encarrilada y que la vuelta en Nervión sea un trámite.

¿Un trámite? Déjese de trámites, que también traía el Betis el asunto encarrilado por la autopista y fíjese qué hecatombe ocurrió en Heliópolis. O sea que no hay caso y que pasará lo previsto, que hoy se ponga la primera piedra del edificio de la continuidad copera. Eliminatoria interesante contra el equipo que preside un sevillista, lo que le da un plus atractivo a lo que de por sí siempre lo fue. Y es que un Cádiz-Sevilla suele llevar bastante química en su valija.

Por si fuera poco, la reanudación del fútbol tras el todavía largo parón navideño trae el debut en el banquillo sevillista de Vincenzo Montella. Aunque suena a mantra descaradamente, el debut de un entrenador conlleva triunfo para su nuevo equipo. La Copa también aparece en este curso como una competición más atractiva que nunca, ya que la andadura liguera no es la esperada y la Champions se observa como una especie de pared difícilmente superable.

Y todo esto ocurre en vísperas de derbi, con lo que eso significa en el fútbol según Sevilla. Como puede verse, el año empieza con exigencias fuertes, de ahí el nivel de expectación creado entre el sevillismo en la primera sesión de trabajo. Señuelo añadido, uno más, es cómo el nuevo entrenador intenta recomponer la vajilla rota por la colisión Berizzo-N'Zonzi. A ver qué depara la cita junto a la Bahía, pero pensar en que el Sevilla no va a tomársela en serio es no conocer al Sevilla.