Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Resaca dulce de una reacción heroica

A la historia de cómo el Sevilla encarriló una noche de ruina no le faltó ni un ingrediente

únicamente el fútbol posee resortes para una catarsis pasional tan en nada de tiempo, en un abrir y cerrar de ojos. Por si fuera poco, la reacción de los héroes con un abrazo unísono al entrenador no era nada más que el prólogo de una historia preñada de sensibilidad. No le faltó un perejil a la gran fiesta en Dato, la enésima fiesta en un recinto que no se cansa de celebrar hitos desde aquel gol de Antonio Puerta el jueves de Feria de 2006.

Caía un manto de silencio sobre el estadio cuando el alemán Félix Brych ordenó asueto. El 0-3 era una losa que sepultaba cualquier atisbo de esperanza. El Liverpool se había mostrado como una apisonadora que tenía en la efectividad su aparato locomotor. Tres veces había apurado al Sevilla y 0-3 era lo que marcaba el electrónico al intermedio. Y eso que Ben Yedder dos veces y Nolito habían tenido oportunidades como para que esa diferencia no fuese tal.

Sólo una catarsis podía encauzar una noche crucial para el futuro del Sevilla en la Champions. Y esa catarsis obligada fue gestionándose desde el vestuario por un Eduardo Berizzo al que llaman Toto. El argentino puso al equipo en pie de armas con la palabra y esa lección teórica la complementó mediante un Franco Vázquez al que llaman Mudo en vez del que puede considerarse piedra angular de este Sevilla de hoy, que no es otro que el gigante francés Steve N'Zonzi.

Y surgió Ben Yedder para mutar errores por aciertos y cuando el sevillismo veía que la fiesta que acarició se le iba por el sumidero del crono, Pizarro apeló a la ley del Minuto 93 para que Nervión estallara. Luego la noticia del puto cáncer del hombre al que todos fueron a abrazar cuando el milagro. No creo que exista nada en el mundo como el fútbol para que el ánimo del hombre cambie de forma tan radical y repentina. Cuarenta y ocho horas después, la resaca se hace almíbar, ¿cómo no?

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