Tarde complicada la que se programa en Heliópolis. Llega el que quizá sea el equipo más competitivo e intenso de la categoría y aguarda un anfitrión en horas bajas. Una dura prueba para este Betis que fue desinflándose a partir de aquella tarde con el Valencia en la que se produjo una reacción que sólo sirvió para que el personal paliase su enfado, pero sólo para eso. A partir de ahí, sólo una victoria con la fortuna como jugador número doce.

Los empates en casa ante dos recién ascendidos, la sonrojante goleada de Ipurúa y la inexplicable e inadmisible actitud de Las Palmas han sido los lodos que generan los polvos de hoy frente a la aguerrida tropa de Diego Pablo Simeone. La semana ha sido de cuchillos largos en la casa del, por siempre y para siempre, Real Betis Balompié. Conciliábulos a todos los niveles y todos los días han llenado esta semana de vísperas en la que la figura de Setién no ha salido indemne.

No ha salido indemne, pero tampoco parece muy en tenguerengue. El amplio crédito cuando las vacas gordas anda ejerciendo de colchón, pero ya se sabe que los colchones en fútbol dejan de ser mullidos con cierta facilidad. La enfermería, además, y como pasa siempre que los resultados aflojan, ha ido poblándose y en el corazón de todo, la sorprendente intervención quirúrgica del delantero franquicia. Y en éstas que llega un Atleti que no pierde de viajero tiempo ha.

Dos filosofías de fútbol colisionan hoy en Heliópolis. Por un lado, la del tiquitaca de Setién que tanto ilusionó hasta hace un mes. Enfrente, el estilo que impone Simeone, que no es otro que el que él desarrollaba de corto. Una exquisitez devaluada contra una intensidad irrenunciable. No parece, por tanto, el mejor día para que el Betis saque la cabeza y respire, pero si fútbol es fútbol, también el equipo de los béticos tiene entre sus señas de identidad aflorar cuando menos se espera.