Cuando en un rapto de ingenio la grada de Nervión prorrumpió, música incluida, con el "Cholo saca a Vitolo", la cosa ya llevaba un rato vista para sentencia. Ese cántico fue la espita por donde escaparon todos los temores que había despertado la eliminatoria con el Atlético de Madrid. La vida volvía a sonreír porque en menos de una semana, el equipo le había devuelto a su gente las ganas de vivir y le daba un papirotazo al mal rollo.

Fantástica ha sido la reacción del Sevilla y plena de jerarquía la ejecutoria de un entrenador al que el noventa y nueve por ciento del sevillismo habría cesado fulminantemente la noche triste de Reyes. Dijimos en su momento que el Sevilla tenía en menos de una semana tres oportunidades para un quite del perdón. Y ocurrió que el Sevilla no dejó pasar ni una sola desde aquella noche madrileña en que se le daba la vuelta al turno de ida en enorme contragolpe de Correa.

Y es que si es raro que alguien coja a la contra al Atleti de Simeone, el Sevilla de Montella lo consiguió en rodeo enemigo. A partir de ahí, y con todas las precauciones habidas y por haber, el viento iba a soplar de cola para un Sevilla que se entretendría en dar un puñetazo en la mesa liguera de Cornellá a la espera de la segunda manga de cuartos. Y como con prisas, con el cuchillo en la boca, los acontecimientos iban a ir en cascada hasta ese ingenioso "Cholo saca a Vitolo".

Ya está el Sevilla en la pelea por otro título, uno más. Y llega todo esto como escandaloso corte de mangas a un tiempo de penuria y depresión. Al olvido el derbi, que fue uno de los más dolorosos de la historia sevillista. Todo se ha enderezado y hasta Vincenzo Montella, ese técnico al que ya querían empapelar como si fuese un envenenado regalo de Reyes, es ya aceptado como algo propio. Toda la eliminatoria fue como un sueño para que el "Cholo saca a Vitolo" hiciese de despertador.