Sevilla

El frío y el humo provocan que una nube negra vuelva a cubrir Sevilla

  • Las labores agrícolas para evitar heladas, las bajas temperaturas y el tráfico crearon una 'boina' sobre la zona norte de la ciudad · El aeropuerto activó un procedimiento especial por escasa visibilidad.

Los sevillanos se van acostumbrando a levantarse con una boina en el cielo. Así se conoce al efecto atmosférico que se origina cuando se produce una inversión térmica. Se trata de una nube negra que ayer, por segunda vez en cuatro días, cubría la zona norte de la ciudad hispalense. Este fenómeno, muy usual en ciudades como Madrid o Barcelona, está relacionado con el frío y la contaminación, aunque en este caso -como especificó la delegación de Medio Ambiente de la Junta- el principal factor que lo ha originado ha sido el humo procedente de los fuegos establecidos en el campo para evitar que las heladas perjudiquen los cultivos.

Hacía años que en Sevilla no se recordaban nubes negras de estas características. La primera, como ya informó este periódico, se produjo el viernes, aunque fue de menor espesura que la que pudo verse ayer. Desde algunos puntos, como el Aljarafe, la visibilidad de la ciudad se reducía de forma considerable. Este efecto se origina cuando tras una noche de frío intenso (ayer se registró un grado y medio bajo cero en el aeropuerto) el suelo tiene escaso poder de radiación, por lo que las capas más bajas de la atmósfera se mantienen más frías que las superiores, algo inusual. Esto es lo que se conoce como "inversión térmica", que tiene como consecuencia que las partículas no se muevan en dirección vertical, sino que queden atrapadas en los estratos inferiores atmosféricos, con lo que se crea la conocida como boina de contaminación.

Vídeo: Ainhoa Ulla

Para que esto se produzca deben coincidir varios factores: bajas temperaturas, escasez de lluvia y viento y partículas en suspensión, ya sean las que origina el tráfico, la polución industrial o las labores agrícolas, como es el caso. Según informó la delegación provincial de Medio Ambiente, los técnicos de este departamento habían detectado que en unas 300 hectáreas localizadas en poblaciones de la Vega, como La Rinconada o Brenes, durante la noche se habían quemando sustancias no tóxicas -parafina, principalmente- para dar calor a los árboles frutales que ya habían florecido. De esta forma, se evita que la escarcha que se origina al amanecer afecte a la flor y se pierda la cosecha. Medio Ambiente aclara que este tipo de prácticas no requiere de permiso administrativo, ya que es una labor agrícola como la poda, aunque en Sevilla es poco usual al no registrarse temperaturas tan bajas.

El humo procedente de estos fuegos es el que se concentra en la capa inferior de la atmósfera y sólo asciende cuando el termómetro comienza a subir conforme avanza la mañana. La nube negra de ayer se disipó antes de las 11:00. La Junta descartó que este efecto sea consecuencia de un aumento de la polución -como sí ocurre en Madrid- ya que los parámetros de contaminación se encuentran en "niveles normales".

La asociación de productores y exportadores de frutas y hortalizas (Asociafruit) explica que esta práctica sólo se lleva a cabo de forma "extraordinaria" en inviernos de mucho frío. Cada tres o cuatro árboles se crea un fuego originado con parafina o leña que arde dentro de bidones. Los encargados de prenderlos son los manijeros -jefes de las cuadrillas de trabajadores- quienes dan la alerta cuando perciben que la escarcha empieza a cubrir el suelo. Con estas hogueras se consigue subir la temperatura alrededor del árbol hasta tres grados y evitar que el frío dañe la flor, que ya está presente en los melocotoneros. También en los cítricos se emplea este método para que no se pudra la fruta que aún está por recoger.

Uno de los efectos de la boina atmosférica es la reducción de la visibilidad, lo que obligó a que ayer se activara un procedimiento en el aeropuerto para ayudar al aterrizaje de los aviones, ya que no se veía a más de 600 metros.

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