El 31 de diciembre Telefónica verá su sueño hecho realidad. Por fin acabará la obligación que le impuso el Gobierno central mediante un real decreto ley que aprobó el Gobierno en 2018 de tener que mantener las cabinas de teléfono ubicadas en plena calle que le obligaba a la prestación y mantenimiento de este servicio.

Parece que estas cabina, cuyo diseño y estructura han ido evolucionando a lo largo de su vida, no llegarán a cumplir el siglo de vida. Sería en 2028 cuando habría que celebrar el centenario de este servicio público que de unos para acá a traído de cabeza a la empresa de Telecomunicaciones.

Una encuesta que data de hace ni más ni menos que 7 años ya indicaba que el 88% de la población nunca ha utilizado una cabina de teléfonos, una situación no sólo propia de la provincia de Cádiz y de España sino que se corresponde con la media europea.

Cabe recordar que en España existen 14.824 de estas cabinas. En la provincia de Cádiz, al igual que en el resto de la península el ritmo de desaparición de este tipo de instalaciones se ha producido  en torno a un 10% al año. De esta manera, se calcula que  en la provincia de Cádiz pueden quedar en la actualidad menos de 300 cabinas telefónicas, de las que unas 30 estarían ubicadas en la capital.

A partir de que se apruebe la nueva Ley estatal de Telecomunicaciones, algo que se espera que ocurra después de verano, tanto cabinas como guías de teléfono dejarán de ser consideradas como un servicio universal obligatorio, aunque "se mantendrán seguramente" en funcionamiento hasta el 31 de diciembre, según aseguraba el secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Roberto Sánchez. Telefónica es el operador que está obligado a mantener este servicio tras un concurso convocado por el Ministerio de Asuntos Económicos y de Transformación Digital y que habitualmente queda desierto. Ningún operador puja ya obviamente por este servicio.

Telefónica no sabe aún a ciencia cierta, o al menos no lo desvela, qué va a hacer con las cabinas telefónicas aunque recientemente afirmaban fuentes de la operadora de telecomunicaciones que estas estructuras podrían reconvertirse en puntos de recarga o de información turística.

Lo cierto es que el declive de su uso ha sido más que evidente a raíz de la aparición y universalización del uso de los teléfonos móviles, puestos al alcance de todos los niveles de la población, cuando, en sus inicios eran sólo artículos propios de empresarios y gente con ciertas posibilidades económicas. De hecho se calcula que en los últimos tiempos las cabinas de teléfono registraban sólo un uso cada tres días, una cifra que con toda seguridad ha debido de disminuir en los últimos tiempos, en los que ya ya es raro o prácticamente imposible encontrar a alguien usando una cabina en plena calle.

Tanto es así que hay generaciones que afirman no saber, ni siquiera cómo se utilizan, cuando hace 15 ó 20 años, antes de que el móvil se convirtiera en una extensión de la mano, eran más que necesarias, sobre todo para las personas que vivían, estudiaban o trabajaban fuera de casa.