Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

El mayo francés se hizo inglés

Hoy irían a ‘Aladino’, ‘Matilda’ o ‘El Rey León’. Fueron a ver a Gento y Bobby Charlton

El 10 de mayo de 1968 fue la noche de las barricadas en el mayo francés. Un día después, por primera y única vez en su historia, el Calvo Sotelo de Puertollano, el equipo de mi pueblo, disputaba un partido oficial en el Santiago Bernabéu frente al Real Madrid. Eran los dieciseisavos de final de la Copa del Generalísimo. El equipo visitante formó con esta alineación: García Fernández; Portilla, Solé, Maiztegui; Marín, Iturriaga; Hernández, Albert, Feliíu, Antoniet y Noya. Ganó el Madrid 2-0 con goles de De Diego y Miguel Pérez.

Esto no es una crónica de fútbol. Cuatro días después, 15 de mayo, festividad de San Isidro, una madre y su hijo con domicilio en Puertollano seguían en Madrid. La madre era mi madre, entonces una guapísima manchega de 34 años que seguía sin encontrar pistas de la película Lección de química a las nueve. Su hijo era mi hermano Blas, que cinco días después cumpliría seis años. Estaban en Madrid porque tenían cita con un especialista en amígdalas para el niño. Hoy mi madre habría sacado entrada para Matilda, Aladino o El Rey León, pero le echó valor y se fue con su hijo, el tercero de los cuatro que tenía, de los cinco que acabaría teniendo, al Santiago Bernabéu. Ya no era el Calvo Sotelo el equipo visitante, sino el Manchester United. Partido de vuelta de las semifinales de la Copa de Europa. El año que nació Blas, 1962, la ganó el Benfica, que nunca la ha vuelto a ganar. El Manchester venía con una ventaja de un gol, tanto de George Best en Old Trafford.

En una semana hará ocho años que nos dejó mi madre. El madridista era mi padre, pero ella recordó durante muchos años esa noche de pasión e incertidumbre en la que en el Madrid marcaron mis tres ídolos (Pirri, Gento y Amancio) y nunca olvidó la presencia en el campo de un señor con aspecto de jardinero de palacio o figurante de una película de Hitchcock. Era Bobby Charlton. El Manchester empató a tres. En la final derrotó al Benfica.

Bobby Charlton había sobrevivido con veinte años al accidente aéreo que el 6 de febrero de 1958 costó la vida a ocho de sus compañeros del Manchester United cuando volvían de Belgrado. En 1966 fue campeón del mundo con Inglaterra, el mismo año que el Madrid yeyé ganó su sexta Copa de Europa y que según las cuentas de Enrique Sánchez, fundador de los Escarabajos, John Lennon y Paul McCartney estuvieron por Andalucía sin llegar a encontrarse.

Mi madre y mi hermano volvieron a Puertollano. También viajó a mi pueblo el Madrid para jugar el partido de vuelta de la Copa. Ganaron con un gol de Amancio. El triunfo más amargo. He visto carteles de ese partido. Las entradas se compraban en los bares El Ruedo y Macías, del que nunca olvidaré esas pantagruélicas bravas hirviendo y en la máquina de discos sonando Bella sin alma de Richard Cocciante. Dos calvos, Bobby Charlton y el Calvo Sotelo, que por única vez en su historia jugó una fase de promoción a Primera División. Perdimos con el Córdoba, pero salimos ganando porque ese año bajaron a Segunda Betis y Sevilla. El mayo francés que en el Bernabéu fue un mayo inglés. El Madrid tardaría treinta años en volver a ganar la Copa de Europa.

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