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Manifestación del 15-M

Clamor popular por el cambio

  • Miles de personas se unieron ayer a una protesta global y multitudinaria en la que miembros del movimiento de los indignados volvieron a exigir empleo digno, vivienda y servicios públicos de calidad.

Cinco y media de la tarde. Plaza de España. Una multitud se va congregando, una vez más, para protagonizar la que llaman protesta mundial por el cambio. A la misma hora en más de 900 ciudades de más de 70 países. Sevilla, Madrid, Barcelona, Roma, Nueva York, Tel Aviv, etcétera. Las conexiones ilimitadas que ofrecen las redes sociales hicieron posible la convocatoria internacional. "Somos muchos los indignados. Es para que reflexionen", dijo ayer uno de los miembros del movimiento 15-M momentos antes de iniciar la marcha hacia las setas del Metropol Parasol, punto neurálgico de los indignados y meta de la protesta.

El 15-M logró movilizar a miles de ciudadanos descontentos con la situación actual. Un río de personas cruzó el centro de la ciudad. Al menos, somos más de 30.000, trataban de calcular algunos miembros de la plataforma. No se ofrecieron cifras oficiales, pero ni el partido de fútbol del Betis contra el Madrid frenó la multitudinaria protesta, que comenzó a las seis de la tarde con miles de personas que alzaron la voz y los brazos contra los que consideran artífices de la actual situación: banqueros y políticos corruptos. "Trabajo y Vivienda. Mairena del Aljarafe". "La crisis es la excusa". "No es copago, es repago". "Sin curro, sin futuro, sin miedo". Son algunas de las consignas que ayer se podían leer en centenares de pancartas.

Procedentes de todos los puntos de la ciudad y de la provincia, personas de todas las edades, y familias enteras se echaron ayer a la calle para expresar su indignación. "No hay trabajo". Con esta frase resumió ayer un vecino de Casariche, el motivo que lo ha llevado a formar parte de la protesta junto a otros vecinos de su pueblo, cuyo nombre portaban en una pancarta. "Somos 32 los que hemos venido de Casariche", puntualizó.

Las 14 asambleas de barrios del movimiento 15-M y otras 14 de pueblos estaban ayer convocadas a la cita. Sin sindicatos ni partidos políticos. Ciudadanos anónimos. A medida que la protesta avanzaba al ritmo de versiones de canciones populares e infantiles llenas de crítica y sarcasmo, una mujer acompañada de sus dos hijas explicaba desde su silla de ruedas el motivo que la ha llevado a formar parte de los indignados: "Temo por el futuro de mis hijas, por su educación". Ana Sofía Brioso tiene 48 años y es nieta de un hombre desaparecido durante la Guerra Civil, Juan Antonio Martín. "También estoy aquí para recordar la memoria de mi abuelo. Han pasado muchos años y aún no sé si lo fusilaron en una cuneta ni dónde quedaron sus restos. También estoy aquí para recuperar la memoria histórica. Mi madre no logró saber el paradero de mi abuelo, ahora sigo yo con su lucha. Y también mis hijas", comentaba Ana Sofía, mientras se acercaba, hasta la Glorieta del Cid, la cabecera de la manifestación.

En un solo grito miles de voces se fueron unieron durante toda la marcha para exigir empleo digno, vivienda y servicios públicos de calidad. Entre los manifestantes se podía ver a estudiantes jóvenes, padres portando carritos de bebé, y también personas mayores. Todos tenían motivos para expresar ayer su descontento en la calle. A su paso por la Catedral, los docentes interinos encerrados en el templo también se unieron al 15-M. Llevan 20 días en la Catedral y exigen igualad entre todos los interinos a la hora de acceder a un puesto de trabajo en la enseñanza pública.

"Contra la precariedad laboral. Queremos un trabajo digno. No nos mires, únete", gritaban al paso por la calle Tetúan. Muchas personas salieron de los comercios y algunos se unieron a la multitud. "Stop deshaucios", se podía leer en otra pancarta. A medida que la cabecera entraba en la Campana, la cola de la protesta la seguía por la Puerta de Jerez. La multitud se acercaba poco a poco a las setas, donde centenares de personas aguardaban su llegada sentadas en las escaleras. Miembros del 15-M colocaron un proyector para mostrar imágenes de indignados en otras ciudades. "Saludamos a Grecia en directo", comentaron.

A los pies de una de las setas que sirvió de pantalla, unas niñas jugaban. Su madre, Lola Martín, se unió a la protesta porque teme por el futuro de sus hijas. La incertidumbre y la indignación también condujeron a Sandra Camps hasta la protesta. Esta mujer espera que su hijo nazca la próxima semana. "He venido porque es necesario que nos escuchen. Los ciudadanos somos víctimas de los recortes, pero los que tienen que ajustarse el bolsillo no lo hacen. Temo por el futuro de mi hijo y por el mío. Estamos retrocediendo en derechos", comentó. La Plaza de la Encarnación se llenó de muchas otras personas que protestaban por los mismos motivos.

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