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Alejandro Rodríguez Carrión. Catedrático de Derecho Internacional Público

“El nuevo orden será tan injusto como el anterior”

  • Alejandro Rodríguez Carrión (Nador, 1946) es decano de la Facultad de Derecho de Málaga. Eminente catedrático de Derecho Internacional Público, se licenció en Granada (1969) y allí ejerció la docencia hasta el 74. También ha sido profesor en las universidades Autónoma de Madrid (1974-1981), Sevilla (1981-82) y Málaga, desde el 82. Es autor de libros y artículos científicos sobre el uso de la fuerza por los Estados, el control de la política exterior española y tratados internacionales. Sus 'Lecciones de Derecho Internacional' van por la sexta edición.

–¿Vendrá tras la crisis un nuevo orden mundial?

–En realidad llevamos décadas de crisis: de valores y normas. Ésta parece mayor porque nos afecta a la cartera. Más de un tercio de la humanidad lleva años viviendo por debajo del umbral de la pobreza, es un poco cínico hablar de crisis cuando algo no va bien para el tercio rico. 

–¿Ese nuevo orden mundial será más justo? 

–Sería tan injusto, al menos, como el anterior.

–¿El Derecho Internacional ha salido dañado de los años de Bush?

–En los dos últimos siglos es difícil encontrar un comportamiento tan arrogante por parte de una gran potencia: el gran perjudicado ha sido el Derecho Internacional. 

–¿Hay precedentes de un caso como Guantánamo?

–El desprecio a las normas del derecho internacional humanitario creíamos que era cosa de la historia o de dirigentes con un escaso compromiso con la civilización. Nunca de una potencia que pretende ser líder del mundo democrático civilizado. Lo positivo ha sido la repulsa de la opinión pública mundial.

–¿Se puede aplicar allí la Convención de Ginebra?

–El Comité Internacional de la Cruz Roja ha denunciado su violación por los EEUU.

–¿La OTAN tiene sentido en el nuevo orden?

–La OTAN pudo tener sentido como alianza defensiva, como el Pacto de Varsovia, en un mundo polarizado. Ahora, Naciones Unidas debería hacer frente a cualquier peligro, sin tener que recurrir a grupos armados que pretenden dibujar el mundo de forma temeraria.

–¿La sólida postura común de la UE fue defendida en la cumbre de Washington por ¡nueve delegaciones! 

–Patético, aunque visto con frialdad, es lógico: hemos agrandado en exceso y de golpe a la Unión Europea cuando aún faltaba mucho para lograr coherencias políticas, sociales o económicas. Hay una cierta tendencia a la huida cuando un barco amenaza con naufragar.

–El proceso de Washington ¿se parece a Bretton Woods?

–Muy poco: Bretton Woods se celebra con la II Mundial en marcha y se convoca a todos los estados del mundo, excepto a los del Eje enemigo. Ahora hay una guerra de finanzas y se reúne un grupito nada democrático.

–¿Qué alternativa había?

–Una Conferencia Mundial, con participación abierta a los estados interesados. 

–Europa, en la crisis de los años 30, produjo el fascismo y el nazismo.

–Y ahora, si la crisis permanece, podemos asistir a álgidos sentimientos de racismo y xenofobia. 

–¿Con Obama la política internacional de Estados Unidos será distinta?

–En una cosa sí: Obama quiere renunciar al ciego unilateralismo de Bush. Pero, poco más: no se prevén cambios en la ayuda a los países subdesarrollados, no se limitará la capacidad contaminante de Estados Unidos, que supone la cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2; no será parte de la Corte Penal Internacional y es dudoso su avance en derechos humanos. 

–Cerrará Guantánamo.

–Pero seguirá siendo partidario de la pena de muerte. Y no creo que consiga forzar a la parte más intransigente en Oriente Medio a un compromiso de paz duradera.

–¿Es la hora de África? 

–Tengo la impresión de que África es prescindible también para Obama. ¿Qué le está importando, de verdad, a nuestro mundo la carnicería del Congo?

–¿Cómo se elimina la piratería en el Mar de Adén? 

–La piratería fue uno de los primeros delitos internacionalmente tipificados. Costaría una ínfima parte de los gastos en armamento y fracciones ridículas de tiempo acabar con ese problema. 

–Otros piratas más difíciles son los paraísos fiscales.  

–Pero no le interesa eliminarlos a quien sitúa en ellos la sede social de sus empresas para evitar la imposición fiscal, ni a aquellos que buscan opacidad en los movimientos del capital. 

–Bush prometió acabar con los paraísos fiscales después del 11-S.

–Bush tenía con frecuencia la osadía de la ignorancia: alguien le llamaría la atención sobre el efecto indeseable que esa medida podía tener incluso para su propio patrimonio familiar. Ha vuelto a abogar por la autorregulación y contra el  intervencionismo.

–¿El dinero perdido en la crisis no está en esos paraísos?

–El dinero, salvo para la gente modesta, no existe. Lo que existe, a esa escala, son movimientos contables.

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