Rajoy se aferra al cambio y al paro, y Rubalcaba, a sus propuestas
El candidato del PP apura a su oponente con el balance y los errores del Gobierno socialista. El líder del PSOE contraataca con su fórmula para ralentizar el ajuste del gasto y financiar la sanidad. El único debate de la campaña electoral revive lo visto y oído hasta ahora en la larga precampaña.
El cara a cara enfrentó a dos hombres y a dos posiciones bien distintas: la crítica insistente de Mariano Rajoy al Gobierno socialista, que deja un balance de cinco millones de parados, y la propuestas de Rubalcaba para paliar una crisis, cuyo empeoramiento achacó al ritmo de reducción del gasto público, y su fórmula para mantener el Estado del bienestar. "Hemos sometido al enfermo a una dieta de adelgazamiento, y nos hemos pasado", afirmó el socialista, que tuvo una de sus intervenciones más insistentes cuando preguntó a Rajoy si iba a bajar las prestaciones del desempleo. En tres ocasiones, el candidato popular le contestó que mentía, y que si alguien bajó esas ayudas, fueron los socialistas en 1992. El debate aportó mayor viveza que otros anteriores, pero las tesis de los dos candidatos fue una repetición de lo oído hasta el momento en la precampaña y los primeros días de la carrera electoral que llevará hasta el 20 de noviembre. Para Rajoy, la solución está en el cambio que traerá al empleo; para Rubalcaba, en la práctica de nuevos modos de financiación para sostener el Estado del bienestar y relajar el ritmo de los recortes del gasto público.
En el primer bloque del debate, el económico y el del desempleo, el más difícil a priori para Rubalcaba, Rajoy identificó a su contrincante con Zapatero. Y ante las acusaciones de éste sobre el programa oculto del PP, éste le espetó: "Yo no soy como usted", y Rajoy le relató todas las medidas de ajuste que el presidente del Gobierno ha tomado durante la crisis sin que estuvieran en el programa del PSOE, desde la subida del IVA a la rebaja del sueldo de los funcionarios.
El único debate tempranero de esta campaña electoral era la bala de oro que le quedaba al candidato socialista, su oportunidad para arrancar las dudas que albergan ese 31% de indecisos que, según el CIS, aún no han decidido a quién votarán. Para Mariano Rajoy, el debate era casi un puro trámite; quizás, un certificado de calidad democrática para una victoria que todos los sondeos dan por seguro. Temperatura, un poco más de 21 grados centígrados; moderador, el más clásico, Manuel Campo Vidal; lugar, el Palacio de Congresos de Madrid, y la vestimenta de ambos, sobria, quizás la de dos hombres de Estado. Rajoy, traje azul oscuro y corbata del mismo color, aunque más claro; Rubalcaba, prácticamente igual.
Pero las estrategias no fueron las mismas. Rajoy acudió al pésimo balance del desempleo del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a los cinco millones de parados, a los errores de predicción económica, a los marchitos brotes verdes y a la negación de la crisis, mientras que Rubalcaba puso sobre la mesa algunas medidas concretas nada más comenzar el debate. El candidato propuso lo siguiente: aplazar dos años el objetivo del déficit del 3%, hasta 2015; solicitar al Banco Central Europeo que baje los tipos de interés; que el Banco Europeo de Inversiones aplique una suerte de plan Marshall para los países en apuros, y eliminar la obligación de pagar las cuotas de la Seguridad Social durante los dos primeros años para los empresarios que contraten nuevos trabajadores.
Y Mariano Rajoy, muy respaldado por los sondeos, centró su propuesta de solución en el cambio de Gobierno. "Necesitamos, primero, un cambio político; segundo, necesitamos un Gobierno competente, con ministros que sepan, que se lo estudien; después, decir la verdad (...), y, por último, un plan", mantuvo el popular. Cuatro puntos de un decálogo oído en otras ocasiones. Cuando llegó el bloque dedicado a los servicios sociales, ocurrió algo similar. Rubalcaba propuso un modelo de financiación del sistema sanitario público basado en el ahorro, la subida de los impuestos especiales del alcohol y del tabaco y la obligación de las comunidades autónomas de dedicar a este servicio el dinero que recibirán del Estado. Y Rajoy acudió al crecimiento del empleo como único modo de asegurar mayores recursos gracias al IRPF, el IVA y los impuestos especiales, buena parte de los cuales los reciben las comunidades autónomas para financiar estos servicios.
Rubalcaba acusó a Rajoy de querer seguir el ejemplo de los sistemas sanitarios y educativos de algunas comunidades del PP, donde la entrada del sector privado, según el socialista, está haciendo recaer los enfermos más costosos y los alumnos con más dificultades en el sector público. De hecho, durante el debate, Rubalcaba interrogó a Rajoy en más de una ocasión por su programa electoral, y citó varias veces, por ejemplo, la página 116, donde se explica que el Gobierno enviará un informe al Congreso cada dos años sobre el sistema de pensiones para revisar su sostenibilidad, un enunciado que el candidato socialista entiende como un futuro recorte de estas ayudas. "Insidias" , le contestó varias veces Rajoy. "Con ustedes, la sanidad y la educación pública no está garantizadas, señor Rajoy", mantuvo en una ocasión el socialista.
Rubalcaba retomó la idea de sustituir a las diputaciones por un consejo de alcaldes, convencido de que sus competencias ya las cubren las comunidades autónomas. Y Rajoy las defendió como instituciones para ayudar a los pueblos más pequeños, lo que derivó en un debate sobre los pueblos de la Sierra de Cádiz como geografía, donde el candidato del PP colocó a otras poblaciones serranas, pero de Sevilla: Constantina y Cazalla.
El debate sirvió para confrontar ideas, aunque unas ideas y unos mensajes ya conocidos. No habrá un segundo, así que todo indica que hoy comenzará una larguísima jornada de reflexión sin muchas balas en la recámara.
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