En el difícil equilibrio de cómo promocionar lo propio y ofrecer lo mejor (que se pueda) de fuera, la OBS hace este año un curioso ejercicio de funambulismo, en el que se refuerzan las alianzas y a los intérpretes locales, pero se abandona absolutamente la música española. Después de tantos programas de rescate patrimonial (¡ay, Atalaya!), este curso ni un compás español saldrá de sus atriles.

Entre las alianzas, cabe felicitarse por la implicación del Consejo de Cofradías, el mantenimiento de los vínculos con el Cicus, la apertura al mundo de los institutos y el acercamiento a Cartuja Center Cite. Entre los intérpretes, llama la atención los cuatro recitales que se ponen en mano del clavecinista aragonés Alfonso Sebastián. Se apuesta también por los propios solistas de la orquesta ejerciendo de tales en obras concertantes, y entre los invitados, hay algunos otros sevillanos, como Irene González Roldán, Francisco Fernández Rueda, Leonor Bonilla, Vandalia o el Coro de la Asociación Musical Códice.

Entre las ausencias internacionales, la más sonada es la de Enrico Onofri, tan vinculado al conjunto, pero vuelven Suyeon Kang, Dorothee Oberlinger, Julia Doyle o los dos Bernardini, el oboísta Alfredo y su hija, la violinista Cecilia. La más ilustre incorporación a la nómina de directores de la OBS será la del milanés Giovanni Antonini.

En los repertorios, Bach se enseñorea, dominando multitud de programas, a veces en compañía de sus más ilustres hijos. Vivaldi, Haendel, Telemann y algún Mozart (que cantará Bonilla) son también sustento de la programación, pero además hay un atractivo programa dedicado a la corte de Dresde y un Dido y Eneas de Purcell en versión de concierto. Posiblemente, las dos citas más originales son las que dirigirá Oberlinger, con música producida en Inglaterra (inglesa y no), y el Winterreise que cantará Fernández Rueda en una versión camerística, que la OBS ya estrenó con éxito en Badajoz.