Un San Fermín particular

Dos Navarros, Hipólito y Felipe, se reúnen mañana en Casa Tomada para celebrar a su modo la fiesta pamplonica El escritor onubense regresa en octubre con 'La vuelta al día'

Felipe R. Navarro (Málaga, 1969).
Felipe R. Navarro (Málaga, 1969).
B. Ortiz Sevilla

06 de julio 2016 - 05:00

La coincidencia de que unos cuantos escritores compartieran no sólo un notable talento sino también el mismo apellido, Navarro -Hipólito G., Justo, Felipe R., Elvira- llevó a alguien a celebrar con sorna que la mejor literatura navarra se hacía en Andalucía. Hoy es difícil concretar el origen de aquella sentencia: Felipe R. cree recordar que fue una lúcida observación de José Ángel González Sainz, con el que habló entonces por teléfono desde una cabina "cuando los dinosaurios andaban por las calles"; Hipólito asegura que Fernando Aramburu recogería más tarde esa tesis en un artículo suyo. Esa particular teoría sirve ahora como premisa para que Hipólito, onubense afincado en Sevilla, y Felipe, malagueño, dos de los cuentistas más sobresalientes de la literatura española actual, festejen mañana como dos pamplonicas un singular San Fermín. Lo harán a partir de las 21:00 en Casa Tomada, la librería que tiene su domicilio, precisamente, en la calle Muro de los Navarros.

El guión del acto no contempla chupinazos ni encierros, y habrá motivos para festejar más allá de la fecha del santo patrón de Navarra. A Hombres felices, los cuentos con los que regresaba Felipe después de un larguísimo silencio -Las esperas, su propuesta anterior, se remontaba al año 2000-, "le ha ocurrido lo mejor que le puede pasar a un libro: ha creado un boca a boca", dice su editor Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, el mismo sello que acaba de lanzar la segunda edición de El pez volador, la antología de Hipólito, y donde verá la luz en octubre su primer libro de inéditos en diez años, La vuelta al día.

Un retorno en el que Casamayor señala "a un Poli al que el lector va a reconocer, ese que jugaba con la estructura del cuento, con el léxico, que es engañosamente divertido porque trasciende el humor y está tocando materias duras", pero el editor aprecia una transición hacia otros registros. La aparición de El pez volador, en el que Javier Sáez de Ibarra descubría en una magnífica entrevista preliminar algunos incómodos fantasmas personales del autor y mostraba a éste, más proclive a deslumbrantes artificios, en una conmovedora humanidad, marcó un camino por el que Navarro parece proseguir ahora. "Toca ciertos temas dolorosos, presumiblemente biográficos. El nuevo Poli", considera Casamayor, "está ahí".

El San Fermín que acoge mañana Casa Tomada supondrá el reencuentro de dos viejos amigos. Hipólito conoció a Felipe, rememora, cuando éste no era más que un "jovencito" que le mandaba cuentos para que los publicara en la revista Sin embargo; más tarde se encargaría, cuando trabajaba en Renacimiento, de la edición de su primer libro, Las esperas. "Da igual lo que te diga, Felipe puede hablar de personas que van a comprar o que limpian los cristales, pero tiene una voz muy potente y te fascina cómo lo cuenta", valora su compañero, que se alegró "muchísimo" al ver confirmadas todas las expectativas con Hombres felices. "Tiene hallazgos fulgurantes, uno cada página o cada dos, de esos que te hacen preguntarse por qué no se te han ocurrido a ti".

El otro Navarro, Felipe, devuelve el cumplido: "Con Poli puedes hacer una raya en el cuento español y habrá un antes y un después", asegura el malagueño sobre la sacudida que propició, especialmente El aburrimiento, Lester, en la narrativa nacional. "Es el mejor escritor de cuentos que tenemos. Uno intenta desentrañar sus historias, intentar entender sus trucos y cómo le funcionan, pero es imposible. Es un amigo y no soy objetivo, pero la calidad de su obra va más allá de eso", concluye.

stats