Guarda nuestro derbi en sus entretelas mucho de borrón y cuenta nueva y bastante de no importar nada más que él. Y en ésas estábamos para una cuenta atrás eufórica, con los dos equipos en la zona mejor de la tabla y una situación continental ilusionante. Así estábamos cuando en las mismísimas vísperas han recibido ambos unos varapalos tan morrocotudos que el derbi se presenta ahora como el duelo entre dos heridos de consideración.

Eso es tal que así, ya que el 7-0 encajado por el Betis en cuatro días se ve acompañado por la precaria situación del Sevilla en su grupo europeo. Y así el panorama, ¿influirá ese rapto depresivo en el derbi de esta noche al final de la Palmera? No creo y desde el conocimiento de haber sido testigo de todos los celebrados desde cierto septiembre del 58 mi seguridad de que esos tropiezos no van a influir un ápice en la forma de afrontar ambos este partido de partidos.

El derbi es el derbi y para nada debería incidir la derrota con el Lille ni lo que el Betis sufrió en el Wanda primero y en Leverkusen después. La motivación que el derbi almacena en su mochila es más que suficiente para quitarse de encima cualquier elemento que mueva a la depresión. ¿Influirá el factor campo? Algo influye, pero no mucho y la prueba está en la considerable cantidad de derbis decantados a favor del visitante a lo largo y ancho de la historia de la Liga.

Sí hay que hacer hincapié en cómo cada uno se mueve bajo una filosofía muy distinta a la del rival. ¿Podrán las combinaciones verdes con la intensidad roja? He ahí dos factores que bien pueden resultar decisivos en aras a un lunes exultante. Sea como sea, amanece derbi y ya se sabe cómo son de decisivos los detalles en su resultado. Sí habría que hacer caso a lo que ha dicho Óliver Torres sobre cómo la ciudad debería disfrutar viendo lo bien colocados que ambos están en la tabla.