Identifican a la Vera Cruz de Salteras como la antigua imagen vicaria del Cristo de San Agustín

El historiador Antonio Flores publica en el Boletín de las Cofradías un artículo de investigación en el que señala esta cuestión

A mediados del siglo XIX el párroco de la localidad solicitó la cesión de la imagen, que estaba en el primitivo convento

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La imagen se atribuye al imaginero Roque Balduque de finales del XVI
La imagen se atribuye al imaginero Roque Balduque de finales del XVI

Una fascinante historia que une la calle Recaredo con la localidad de Salteras, en el marco de dos advocaciones fundamentales para Sevilla y su provincia. El Cristo de la Vera Cruz, del citado municipio, resultó ser la imagen vicaria del célebre y venerado Cristo de San Agustín de la capital. Así lo recoge y señala Antonio Flores, historiador del arte e investigador de temas relacionados con el Santo Crucifijo, en un artículo publicado en el último número del Boletín de las Cofradías.

Durante las cinco páginas de extensión de dicho texto, Flores hace un recorrido histórico apuntando una serie de detalles contextuales que nos invitan a comprender y a relacionar esta identificación. Todo comienza cuando en marzo de 1525, cuando se conoce el primer gran milagro atribuido al crucifico, la congregación del convento funda dos años después una cofradía “en honra y gloria de Cristo Nuestro Señor Crucificado y de la preciosa Sangre que por redimirnos derramó en el árbol de la Cruz”, añadiendo entre sus titulares a María Santísima de Gracia. Lo que se interpreta de esto es que posiblemente se reactivara o reformara una posible antigua hermandad, redactando nuevas reglas para modernizarla o añadirle un carácter penitencial. La otra opción que cabe es, como bien explica Bermejo, que se erigiera entonces la que se creía fundada con anterioridad.

La imagen original del Cristo de San Agustín
La imagen original del Cristo de San Agustín

El quid de la cuestión radica en que el Santo Crucifijo solo procesionaba en rogativas, debido a que era propiedad de los frailes, por lo cual difícilmente llegó a procesionar en Semana Santa en la Edad Moderna. Por tal motivo, la cofradía se vio obligada a encargar la realización de una imagen vicaria que representara a la original y, por otro lado, la posesión de una capilla en la que sus imágenes pudieran recibir culto, teniendo durante el siglo XVI distintas ubicaciones dentro del cenobio.

Este hecho de poseer imágenes vicarias -que son tallas diferentes a las titulares pero que representan la misma advocación e iconografía, si bien no tienen por qué contar con similitudes anatómicas o formales- es un hecho realmente excepcional en nuestra ciudad. Algunos ejemplos que cita Flores son la Virgen del Rosario del Convento de San Pablo (ambas efigies hoy día propiedad de Montserrat) o por ejemplo la sustitución de una imagen original cuando se encuentra oculta, como es el caso de la Virgen de la Sede de la Catedral, que cuenta con una escultura vicaria realizada en el siglo XVIII que se colocaba sobre el conocido como “altar de plata” cuando éste se montaba. A día de hoy, para entendernos, podemos sumar el caso de la Virgen de los Desamparados de Valencia, que visitará Sevilla la próxima semana.

El siglo XIX

Como es conocido, el siglo XIX fue devastador para el patrimonio religioso de la ciudad, incluidos conventos y hermandades. Hasta este momento se ignoraba cuál era aquella escultura vicaria del Cristo de San Agustín, puesto que el catálogo del convento "fue dispersándose y desapareciendo desde principios del siglo XIX, sin tener apenas noticias de la misma, pero gracias a la relación que guardan algunos datos entre sí hemos podido identificarla", señala Antonio.

Parece ser que en 1713 se realizó la última estación de penitencia. Con la corporación completamente inactiva, en 1791, el Fisco Real decidió confiscar todo su patrimonio, tal y como cuenta Montero de Espinosa: “En los años siguientes se fue entibiando el fervor de la cofradía y descaeciendo su culto [...] y en el año 1791 fueron aplicadas al Real Fisco de S. M. sus alajas, quedando su capilla abandonada y sus imágenes sin culto, las cuales se conservaron hasta el de 1810 que parece pereció la de Nuestra Señora de Gracia, con motivo de la entrada de los enemigos, habiendo sólo quedado la del Cristo de la Sangre y su parihuela”. Este hecho es fundamental, debido a que en un principio "nos parecía que de la imagen cristífera que nos habla era del Santo Crucifijo de San Agustín, que por confusión se pensaba que, al estar dentro del título de la hermandad “la Preciosa Sangre que Jesucristo derramó en el árbol de la Cruz”, se le pudo denominar de este modo, como así pasó a finales del siglo XIX erróneamente y de manera puntual".

Sin embargo, en el libro del tal Espinosa no aparece denominado de este modo, "por lo que nos inclinamos a pensar que se está refiriendo a la imagen vicaria de la cofradía, que posiblemente fuera conocido como el Cristo de la Sangre". Una vez pasados los años de la Invasión Francesa, el párroco de San Roque (templo que adquirió lo que resultó de la invasión) hizo un inventario en 1814 de todos los bienes que devolvía a la comunidad agustina cuando se reabrió el convento. Se menciona entre todas las alhajas y enseres un Santísimo Cristo de la Sangre, del que sabemos que fue colocado en un altar de la sacristía del cenobio, donde parece ser que estuvo hasta la exclaustración del convento en 1835, cuando pasa definitivamente a la parroquia de San Roque.

Llegada a Salteras

El imponente rostro del Cristo de la Vera Cruz de Salteras
El imponente rostro del Cristo de la Vera Cruz de Salteras / Hermandad

Tres años más tarde, en 1838, el cura párroco de Salteras, don Antonio García Pérez, escribió una carta al Arzobispado solicitando que se le entregara este Crucificado de la Sangre “que parece era del extinguido convento de San Agustín, muy decente, pero allí arrinconado y sin servir”, para que viniese a sustituir al antiguo Cristo de la Vera Cruz de este pueblo, que no era del gusto de la hermandad. "Tras una carta mandada por parte del gobernador eclesiástico, don Francisco Romero y Gómez, al párroco de San Roque, don Leonardo Rodríguez Muriel, para informarle sobre este asunto, éste acepta la petición del párroco de Salteras, mandándose en 6 de octubre una orden para que la entrega se efectuara", apunta el investigador.

De este modo, se podría identificar al actual crucificado saltereño de la Vera Cruz como aquella imagen vicaria. Una talle de sobresaliente valor artístico, cuyo estilo se corresponde con el estilo de las primeras décadas del siglo XVI, del tardogótico al protorrenacimiento. Algunos autores lo ubican en el círculo de Roque Balduque, a quien se atribuye también la ejecución del Cristo de la Vera Cruz de Alcalá del Río. La imagen fue restaurada en 2016 por Carrasquilla y se notificó que la talla está ahuecada en su totalidad para aligerar el peso, por lo que se entiende que fue concebida para procesionar.

Un hallazgo que "enriquece el legado patrimonial del Santo Crucifijo de San Agustín y la historia de la propia escultura del actual Cristo de la Vera Cruz de Salteras", sentencia el artículo.

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