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La Policía cuenta con 4 indicios que incriminan al ex novio de Marta

  • Los agentes interrogan a los amigos de los detenidos, entre ellos un menor que podría convertirse en el tercer arrestado · Los rastros de sangre y el cenicero con el que se cometió el crimen son las pruebas clave

Miguel Carcaño Delgado confesó que había matado a golpes a Marta del Castillo Casanueva después de que la Policía acumulara al menos cuatro indicios que lo incriminaban a lo largo de los 21 días que ha durado la investigación del caso. El ex novio de la joven desaparecida la noche del 24 de enero admitió la autoría del crimen el pasado sábado, después de llevar un día entero en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía insistiendo en su inocencia y de que se detuviera también a su amigo Samuel Benítez Pérez como encubridor. La prueba determinante para que se derrumbara fue el cenicero con el que presuntamente golpeó en la cabeza a Marta, que los agentes mostraron al detenido durante uno de los interrogatorios. La Policía seguía tomando al cierre de esta edición declaración a amigos de los ya detenidos, entre ellos un menor de edad, hipotéticamente implicado también en el suceso, que declaraba en calidad de detenido.

Además de contar con el arma homicida, la Policía encontró restos de sangre en el domicilio de la calle León XIII donde vivía Miguel y donde se cometió el crimen, situado en el Bajo C del número 78 de esta calle. También detectó ciertas contradicciones entre los testimonios de Miguel y Samuel y obtuvo información clave de las escuchas telefónicas del móvil del presunto asesino.

La sangre fue hallada en una silla de ruedas que había pertenecido a la madre de Miguel, una mujer discapacitada que murió en verano de 2006. Desde entonces, el joven residía solo en León XIII porque su hermano mayor se había casado después de la muerte de la madre y su padre los había abandonado cuando eran niños. En los últimos días nadie residía en esta casa, ya que Miguel se había marchado con su novia actual y los familiares de ésta a la barriada de Caño Ronco, en Camas.

Fue en León XIII donde Marta y Miguel pasaron la tarde del sábado 24 de enero. La joven había dicho a su madre que iba a arreglar un asunto con el amigo con el que había mantenido una relación tiempo atrás y algunas amigas aseguran que Marta seguía estando enamorada de Miguel. En un momento de la tarde, los dos jóvenes discutieron, por causas que aún no han trascendido, y Miguel asestó a Marta un fuerte golpe en la cabeza con un cenicero. Una vez muerta, Miguel llamó a su amigo Samuel Benítez Pérez, vecino de la calle Avellana, muy próxima, y entre los dos pudieron sacar el cuerpo de Marta de la vivienda utilizando la silla de ruedas de la madre del primero. Algunas fuentes apuntan que el crimen pudo cometerse en la casa de Samuel y que Miguel fue a la vivienda de éste con el carro.

En cualquier caso, la sangre de la adolescente quedó impregnada en la silla de ruedas. Días después de la desaparición, los padres de Marta se sometieron a una prueba de extracción de ADN para cotejar su información genética con la de algún resto de la menor que pudiera ser encontrado posteriormente, por lo que la Policía disponía ya del perfil genético de Marta.

El presunto asesino y su amigo lograron montar a Marta en un ciclomotor y cruzar la ciudad hasta dirigirse al río. La joven pudo ser subida al vehículo entre el asesino y Samuel, de manera que uno conducía y el otro inmovilizaba el cuerpo para que no se cayera. De esta forma, se dirigieron hacia el Charco de la Pava y, concretamente, hacia el puente del corredor verde metropolitano, una pasarela por la que sólo se permite el acceso a ciclistas y al autobús de línea que conecta Sevilla y Camas.

Se trata de una zona transitada las mañanas de los fines de semana porque muy cerca de allí se instala el mercadillo del Charco de la Pava, pero es un lugar muy poco frecuentado y apenas iluminado por las noches. Era una zona que Miguel conocía bien porque en los últimos meses vivía en Camas, a poco más de dos kilómetros de este puente. Miguel y Samuel se deshicieron del cadáver arrojándolo al río.

Uno de los trabajos que queda a los investigadores es establecer fielmente una secuencia horaria de los hechos. Marta y Miguel estuvieron a las ocho y cuarto de la tarde del 24 de enero en Triana con un amigo de ésta. Después, según el primer relato del asesino, éste la dejó a las nueve y media a 25 metros de su casa, en el número 3 de la calle Argantonio. La investigación tendrá que aclarar si la joven subió o no a su vivienda y luego bajó otra vez, como mantuvo el padre de la menor y una vecina que aseguró cruzarse con ella sobre las nueve y media en el portal. A las diez y cuarto, la madre de Marta la llamó al móvil y éste ya estaba apagado.

Las imprecisiones horarias son precisamente otro de los indicios que tiene la Policía contra Miguel y Samuel. El primero asegura que tras dejar a Marta se marchó a casa de su novia en Camas y que no se movió de allí desde poco antes de las once de la noche. Samuel, en cambio, dijo que no regresó a casa hasta las tres de la madrugada.

Además, los agentes detectaron una conversación telefónica mantenida entre ambos días después de la desaparición de Marta en la que los dos jóvenes se referían de manera confusa a lo ocurrido. El teléfono móvil de Miguel está intervenido por orden judicial desde los primeros días de la desaparición de Marta.

El ex novio de la joven estaba siendo vigilado por la Policía desde que se conoció la ausencia de Marta. El joven se había refugiado en la casa de su novia en Camas. Ni siquiera contestaba al teléfono, como prueba el hecho de que Samuel le escribiera el 12 de febrero un mensaje en su tablón de la red social Tuenti, insistiéndole en que tenía que hablar con él. Ambos pasarán hoy a disposición del juzgado que investiga el caso.

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