Un cursillista nacido en Cuenca, de 65 años, será el nuevo arzobispo de Sevilla. Por razones de edad, la diócesis hispalense vivirá un pontificado de duración media, tan sólo una década, pues el Código de Derecho Canónico obliga a los prelados a presentar su renuncia a los 75. 

Monseñor Asenjo ha estado siete meses a la espera de un sucesor, del 24 de septiembre en que presentó la renuncia hasta el 6 de abril en que se nombró al nuevo arzobispo. Asenjo ha hecho un esfuerzo por momentos titánico para seguir al frente de la Iglesia de Sevilla, con serios problemas de salud, fundamentalmente la pérdida de la vista. La sucesión no ha sido precisamente rápida, nada que ver con la que se vivió con ocasión de la renuncia del cardenal Amigo, que fue un relevo exprés decidido entonces por una Iglesia española gobernada por el cardenal Rouco. 

Amigo presidió un pontificado de 28 años de duración. Fue nombrado cardenal a los 23 años de estar al frente de la diócesis. Monseñor Asenjo es el primer arzobispo de Sevilla en 200 años que no recibe la birreta cardenalicia. Todos los comprendidos en ese período llegaron ya siendo cardenales, los nombraron estando en Sevilla o justo al irse de Sevilla. 

De los 124 arzobispos que ha tenido Sevilla, 35 han sido cardenales antes, durante o después de presidir la diócesis hispalense. Incluso uno, Rodrigo de Borja, llegó a Papa y gobernó la Iglesia universal como Alejandro VI. Desde que en el siglo XIII los Papas designan cardenales de fuera de Roma, el 47,29 % de los arzobispos de Sevilla han recibido el capelo. Y desde el siglo XIX todos los arzobispos de Sevilla han llegado a ser cardenales, aunque no todos desde el comienzo de su pontificado. Alguno solo en el último año del desempeño del cargo.