La actividad del Grupo Giralda de la Policía Local ha ido a menos progresivamente en los últimos años. La unidad que fue pionera en la vigilancia de la zona monumental de la ciudad y en la protección de los turistas ha entrado en un declive que cada año parece más acusado. Así lo acreditan las estadísticas. La unidad cerró el año 2012 con 14 detenidos y con 491 atestados instruidos por distintos delitos. El balance del año anterior arrojaba una cifra de 24 detenidos y 701 atestados.

Esto supone una caída en la variación interanual próxima al 40% en el número de arrestos y del 30% en el de denuncias remitidas al juzgado. Pero las cifras son mucho más significativas si se echa la vista unos años atrás. En 2010 fueron detenidas 51 personas y se instruyeron 858 atestados, mientras que 2009 se cerró con 65 detenciones y 942 casos abiertos. En los últimos cuatro años, por tanto, las estadísticas del grupo reflejan una fuerte caída, del 80% en los detenidos y del 50% en las denuncias remitidas a los juzgados.

En cambio, se ha incrementado el número de atestados por accidentes de tráfico, que ha pasado de sólo 9 (tres con lesionados y seis sin ellos) en el año 2011 a 20 (15 con heridos y cinco sin víctimas). Este dato es quizá un indicador del futuro de una unidad que se concibió con la misión principal de realizar labores de seguridad ciudadana y que ahora parece haber diversificado su campo de trabajo encargándose de los accidentes de tráfico, una competencia propia de la Policía Local de la que hasta ahora se encargaban otras unidades mientras que ésta se especializaba en cuestiones de seguridad.

El Ayuntamiento de Sevilla parece dejar el asunto de la seguridad en manos de la Policía Nacional y reforzar con el Grupo Giralda las tareas que por ley asume la Policía Local. Entre ellas está el tráfico, el control de la venta ambulante, el cumplimiento de las ordenanzas municipales y la vigilancia de los edificios. Cada cuerpo cumple así sus competencias, pero esta unidad fue concebida para otro tipo de funciones, como la vigilancia en el casco histórico, muy en entredicho a finales de los años noventa tras el asesinato de una turista granadina en el barrio de Santa Cruz.

En la bajada de la actividad del grupo han influido principalmente dos factores: la dotación de uniforme a los agentes y la reducción de personal. A mediados de 2012, el gobierno local decidió que los policías del Giralda vistieran el uniforme de la Policía Local. Con esa decisión, impopular entre los vecinos y comerciantes del centro, hacían más visible la presencia policial en el centro de la ciudad, pero también eliminaban el factor sorpresa a la hora de combatir la delincuencia.

En cuanto al personal, el número de agentes ha menguado en los últimos años. En ello ha influido también el proceso judicial en el que se han visto inmersos cuatro policías de la unidad, a los que se acusa de manipular sellos y documentos judiciales para cobrar irregularmente las dietas por asistencia a juicios. Los policías fueron suspendidos de empleo y sueldo y sus puestos no fueron cubiertos. Esta falta de personal se tradujo en que durante los fines de semana no se cubrieran todos los turnos. Buena parte del trabajo del Giralda se basaba en el permanente contacto con vecinos, comerciantes, y guías turísticos del casco histórico, que disponían de un teléfono móvil del grupo al que llamar cuando consideraran oportuno. En 2012 ese teléfono no siempre estuvo operativo, ya que -principalmente los fines de semana y festivos- a los agentes de este grupo se les encomendaron otras funciones.

El Ayuntamiento tiene previsto en los próximos meses reorganizar la Policía Local y elaborar una nueva relación de puestos de trabajo, de la que no ha trascendido nada. Ni siquiera hay fecha prevista para la nueva sede de la unidad, que el gobierno pretendía instalar en la antigua comisaría de la Policía Nacional en el Patio de Banderas.