25 aniversario de Diario de Sevilla

Los toros en Sevilla en 1999, el año en que nació Diario de Sevilla

Particularísimo remate de faena de Curro Romero al toro al que le cortó las dos orejas en 1999

Particularísimo remate de faena de Curro Romero al toro al que le cortó las dos orejas en 1999 / Antonio Pizarro

La efeméride es reciente. El pasado 28 de febrero, día de Andalucía, tuvo una connotación especial para este diario que cumplió un cuarto de siglo de fidelidad a su compromiso editorial. Fue en 1999, un año que estaba a punto de despedir un siglo además de marcar algunos hitos relevantes en la vertiente taurina. Se estaba a punto de cerrar la larguísima etapa empresarial que había subrayado el talante y la personalidad de Diodoro Canorea Arquero, yerno de Eduardo Pagés y esposo de su hija Carmen que llevó la gestión de la plaza de la Maestranza desde 1959 hasta su fallecimiento el 28 de enero de 2000, dando los últimos toques a una feria que ya no pudo ver.

Fiel a su forma de hacer las cosas, Canorea había reunido a los plumillas taurinos y satélites asociados unos días antes del nacimiento de Diario de Sevilla. Fue en la pantagruélica y recordada rueda de prensa –abundante en crustáceos- que se convocaba en el Río Grande. ¿Quién dijo miserias? Se trataba de dar a luz las combinaciones de toros y toreros de la temporada pero el recordado empresario manchego no podía atisbar que sería la última vez que anunciara esos carteles que, siguiendo la iniciativa puesta en marcha un lustro antes por el caballero maestrante Juan Maestre, se adornaban con un cartel de Fernando Botero –también desaparecido- que retrataba a un orondo picador en la línea más canónica de su estilo.

Canorea había programado un ciclo continuado que se prolongó desde el sábado posterior al Domingo de Resurrección hasta el 26 de abril abarcando un largo serial de dieciséis días seguidos de toros –incluyendo dos festejos matinales- que aún concluía en el llamado Lunes de Resaca con la lidia de los guardiolas marcados con el hierro de María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas.

El canto del cisne

Entonces tampoco se podía saber pero iba a ser la penúltima temporada de Curro Romero, cabeza de unos carteles en los que también se anunciaba la reaparición de Espartaco tras el calvario físico y personal que siguió a la durísima cogida de 1995 –el mismo día que otorgó la alternativa de Rivera Ordóñez- que agravó la lesión deportiva que arrastraba desde el año anterior. El camero y el de Espartinas, junto a José Tomás, serían los encargados de levantar el telón de la campaña el Domingo de Resurrección, que cayó en un 4 de abril. El diestro de Galapagar iba a dejar aquel año su impronta en la plaza de la Maestranza, preparando el terreno para la grandiosa feria de 2001.

Pero la feria –y toda la campaña- acabarían siendo marcadas por el canto del cisne del propio Romero que la tarde del 17 de abril, vestido de verde manzana y oro, alternando con Espartaco –que también desorejó un toro- y Rivera Ordóñez, dictó su propia antología con capote y muleta con un gran toro de Juan Pedro Domecq, al que cortó las dos orejas, las últimas que paseó en la plaza de la Maestranza, en medio de un auténtico clamor. De alguna manera se estaba clausurando toda una época en el coso sevillano en torno al nombre del camero y su íntimo Diodoro Canorea, que ya tenía el reloj en contra. Al año siguiente, ya es sabido, llegaría el adiós definitivo sin poder con la dictadura del tiempo. La decisión estaba espoleada por los nuevos vientos empresariales que llegaban al coso maestrante. Pero ésa es otra historia…

Aquel ciclo también contempló la primera salida por la Puerta del Príncipe de Morante de la Puebla

Aquel ciclo también contempló la primera salida por la Puerta del Príncipe de un jovencísimo Morante que se proclamó príncipe del toreo de Sevilla después de cortar tres orejas a una corrida de Guadalest. Fue el día 19 de abril, en su segunda feria como matador en la plaza de la Maestranza. Aquel triunfo iba a alentar la jugosa exclusiva firmada con el bueno de Canorea pero su muerte iba a dejar tocado el acuerdo que acabaría volando por los aires en la Feria de 2000, que había sido preparada por don Diodoro para la definitiva consagración del diestro de La Puebla.

Emilio Muñz arrastra la muleta en un natural Emilio Muñz arrastra la muleta en un natural

Emilio Muñz arrastra la muleta en un natural / Antonio Pizarro

Morante sufriría una brutal cornada que rompió el propio ciclo y marcó un antes y un después en la vida personal y profesional del torero que aún tendría que salvar varios naufragios vitales y artísticos. 24 años después volvería a oír los goznes de ese portón pintado de rojo que se mira en el Guadalquivir. Es historia reciente...

Emilio Muñoz firmó uno de los trasteos de su vida con el bravo 'Jarabito' de Zalduendo

¿Quieren más? Sólo hubo que esperar un día para contemplar uno de los grandes trasteos de la vida artística de Emilio Muñoz, perfectamente enhebrado a la bravura de un grandioso toro de Zalduendo llamado Jarabito al que crujió por naturales. ¿Fue la mejor faena del trianero en la plaza de la Maestranza? Posiblemente… La feria también tuvo su cenit ecuestre protagonizado por Pablo Hermoso de Mendoza que escaló su propia cumbre el 25 de abril cortando un rabo a un ejemplar de Bohórquez en un festejo coral y matinal –que ha desaparecido del actual planteamiento ferial- en el que también figuraba Paco Ojeda en calidad de rejoneador.

El Juli impacta en Sevilla

El Juli resulta cogido en la Maestranza en 1999 El Juli resulta cogido en la Maestranza en 1999

El Juli resulta cogido en la Maestranza en 1999 / Antonio Pizarro

Pero de la de 1999 también había sido la Feria de la presentación como matador de Julián López El Juli, prácticamente un niño aún, que no pudo salir por la Puerta del Príncipe después de cortar las tres preceptivas orejas por un inoportuno percance. Se había ganado la primera de los siete portazos que acabaría acumulando en una inigualable carrera que ya estaba despegando. Aquel mismo día se hizo figura del toreo.

Pero hubo más, como la lidia de un gran toro de Cebada llamado Olivito que sentenció la carrera de Javier Vázquez, el percance de Manuel Caballero con los victorinos o la gravísima cornada que recibió Domingo Valderrama en la dominica de los miuras… La memoria rescata la gran faena de Dávila Miura con un toro de Manolo González, la regularidad de Pepín Liria o el anuncio de la primera retirada de Jesulín de Ubrique, que dejó sin cumplir el tercer compromiso que tenía firmado aquella Feria de 1999 alegando falta de ilusión. No acabaría ahí la cosa: Litri también diría adiós definitivo a la profesión en una Feria de San Miguel que contempló la única salida por la Puerta del Príncipe de Enrique Ponce en la plaza que más se le ha resistido. Todo fue hace un cuarto de siglo. Fue un año para recordar…

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