Más dudas que respuestas (84-82)

Eurocup

El conjunto sevillano cae al final con polémica, aunque sigue mostrando malas sensaciones.

Radicevic entra a canasta ante la mirada de Hernangómez, D'Ercole y Ejim.
Radicevic entra a canasta ante la mirada de Hernangómez, D'Ercole y Ejim.
Pablo Salvago

30 de octubre 2014 - 05:02

Hay quien se quedará con la sensación de que los árbitros le birlaron al Baloncesto Sevilla la oportunidad de, al menos, forzar la prórroga. Pero eso sería no ver el bosque que hay detrás del árbol. Quizá habría que preguntarse por qué el cuadro hispalense desperdició una ventaja de 13 puntos; por qué entre Hernangómez y Balvin sumaron 10 minutos en pista; por qué el sistema más usado es echarle el balón a Pullen; por qué ante un rival cuyo techo mide 2,05 metros no se juega con las torres de 2,17 por dentro... Muchas preguntas y cero respuestas, ni de dirigentes que hablan más por las redes sociales ni de un técnico que no ha sido presentado ni siquiera como auxiliar, que es como actúa en España.

Con todo esto en el aire, lo cierto es que el cuadro andaluz pudo traerse la victoria de Roma ante una Virtus que nada tiene que ver con la hace unos años era un grande de Italia y que despertó en el tercer cuarto. No noqueó a su rival y Pullen, el tirador que lo tira todo, falló un triple que hubiese mandado el choque al tiempo extra. Porzingis recogió el rebote y machacó empujado por un contrario, pero los árbitros no concedieron el 2+1 y se acabó el choque.

Pero antes hubo mucho más en el partido. Antes, en el inicio, entre Oriola y Porzingis, el mejor en el Palazzetto dello Sport, llevaron la manija del conjunto sevillano, con el español anotando 8 de los primeros 11 puntos de los suyos y el letón gustándose por fuera y anotando 13 puntos en poco más de cuatro minutos. Con Radicevic llevando la manija, el Baloncesto Sevilla movía la pelota, Watts cortaba por la zona un par de veces para encadenar ocho puntos seguidos y poner a los de Roth 13 puntos arriba (21-34), merced, sobre todo, a un trabajo defensivo que desapareció.

El técnico americano prefería jugar con bajitos, con Berni Rodríguez de improvisado cuatro, y no aprovechar su teórica superioridad en la pintura, desaprovechando los centímetros de sus jugadores. Hernangómez no jugó en todo el primer tiempo; Balvin no pisó la pista en la segunda parte, monopolizada por un Pullen que es más bonito que bueno, al menos por la efectividad demostrada hasta ahora. Y eso que no deja la ocasión para probar suerte. El tema de las rotaciones no debe ir con él porque estuvo sobre el parqué 34 minutos para hacer un paupérrimo 6/23 en tiros de campo. Estilo NBA. Con ese sistema se explica que los interiores no tengan minutos. No hace falta, la idea es que se la jueguen los de fuera.

Ésa es la idea y con ésa hay que morir, porque ni las pobres sensaciones ni los resultados hacen variar al técnico su propuesta. Un parcial de 13-2 equilibró el choque al final del primer tiempo, que acabó con un triple de Pullen (36-41).

Pero todo cambió tras el paso de los vestuarios. El base estadounidense de la Virtus despertó (19 puntos en el segundo tiempo) y encontró un chollo en la defensa de Pullen. Triche martilleaba la canasta hispalense por fuera y puso a los suyos por delante en el marcador. Sin tiempos muertos, sin cambios en los sistemas más que darle el balón al de siempre y sin ayudas en defensa, el conjunto transalpino fue abriendo brecha. Jones, con sus 2,01 metros paseaba por dentro como Pedro por su casa anotando en varias ocasiones solo bajo la canasta y un triple de Gibson ponía el 77-70 a falta de 1.45 minutos para el final.

Aun así hubo quien sacó algo de casta. Berni anotó un triple milagroso (81-77). Thames, otro rebotando un par de veces en el aro (83-80) y a 14 se gundos del final la Virtus perdió el balón. Pullen, cómo no, tiró y falló, pero los colegiados no vieron la falta sobre Porzingis y todo acabó. La realidad, sin embargo, es que el partido se perdió antes por mucho que Roth protestara airadamente a los colegiados. Quizá le sirvió para desquitarse, porque el sábado le toca no moverse de la silla.

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