luis casimiro. entrenador del CB sevilla

"Como entrenador sé lo que es vivir sin saber qué pasará mañana"

  • El técnico apuesta por la continuidad del proyecto aprovechando la sólida estructura formada esta temporada. Mira el futuro con optimismo porque, dice, nada es igual que el pasado verano.

Llegó a Sevilla hace un año y medio casi de rebote, con el encargo de hacer un milagro sin ser ningún santo. Lo logró cuando nadie apostaba por el éxito y demostró una capacidad de trabajo y saber sacar lo mejor de sus jugadores incluso en situaciones muy complicadas. Luis Casimiro (21-06-1960, Villamayor de Calatrava) es un entrenador veterano con alma joven. Capaz de adaptarse a su equipo y no al contrario y que en el Caja ha caído de pie. Campeón de Liga con el TDK Manresa en su estreno en la ACB, casi dos décadas después vive el baloncesto con la misma intensidad aun cuando el reto sea la supervivencia, una filosofía que ha sabido trasladar a sus jugadores en la pista en otro año complicado.

-La temporada pasado logró la salvación cuando nadie apostaba un euro. ¿Pero le ha resultado ésta incluso más difícil?

-Pues casi creo que sí, porque la campaña anterior llegó a mitad de curso con el único objetivo de la salvación. Este año había más retos y responsabilidades. Soy parte muy implicada en la construcción del equipo, no acertamos del todo y eso hizo que a nivel de baloncesto tuviésemos problemas. En ese sentido sí ha sido más complicado, porque hubo que reconstruir el equipo, sacar a jugadores y meter a otros con la temporada avanzada..., aunque no me olvido de lo sufrido que fue lograr la permanencia en mi primer año aquí.

-El pasado fue un verano de mucho estrés. ¿Suda pensando en que éste será igual?

-Creo que nada será igual. El grupo que venga no va a ser como el que vino entonces. De los errores se aprende.

-Lo veo con confianza.

-La situación actual no es la misma que entonces, cuando primero hubo que recuperar el club de un propietario americano. CaixaBank tiene las ideas claras y sabe lo que quiere. Eso hará que todo se resuelva antes.

-La paz social de la entidad también ayuda en todo esto...

-Creo que todos los trabajadores del club, desde los jugadores hasta el personal de oficina, ha percibido más tranquilidad para desarrollar su trabajo. Este año sí que todos hemos remado en la misma dirección y eso se ha notado en la pista, sobre todo en los momentos difíciles. Cuando la clasificación apretaba esa tranquilidad y paz interna se notó en la toma de decisiones.

-¿Le quita el sueño no saber qué ocurrirá mañana?

-Como soy entrenador, vivo con esa intranquilidad de no saber qué va a pasar conmigo mañana. No me desespera esta situación de la entidad. El año pasado era más como una actitud de deseo producto de la fe de que esto siguiera y este año, en cambio, hay bases más sólidas para pensar que va a continuar. Me gusta ser positivo.

-¿Pensó en positivo cuando el equipo, allá por Navidad, parecía que podía pelear por meterse en la Copa del Rey?

-Soy positivo y realista y sabía que era muy, muy complicado. No lo veía como algo tangible porque era consciente de dónde veníamos y cómo estábamos jugando. Íbamos y ganábamos muy al límite. No estábamos jugando bien y uno, como entrenador, lo sabe. Las victorias llegaban más por amor propio que por juego. En Fuenlabrada, Popovic falla una canasta más o menos fácil, contra el Joventut su mejor tirador falla dos tiros libres antes de que forzáramos la prórroga con un triple de Bamforth, que estaba lesionado... Por eso no me sorprendió perder con Estudiantes, CAI, Andorra, Manresa... No íbamos bien baloncestísticamente.

-En esa racha encadenó seis derrotas seguidas. ¿Temió por su puesto?

-Nunca. En los momentos difíciles esa unión de todo el club fue vital y el presidente siempre me mostró su apoyo y convencimiento de que sacaría esto adelante. Es una persona clave en este proyecto.

-Hace dos veranos el grupo que entró nuevo destrozó un bonito proyecto barriendo una sólida base con la que contaba. ¿Teme que ocurra lo mismo?

-Creo que es importante mantener la continuidad de unos cimientos que funcionan. Con un esqueleto es más fácil ajustar los miembros que faltan. Como entrenador, si sigo, me gustaría que se mantuviese una columna vertebral. Lo contrario sería un paso atrás.

-Y después acertar en los fichajes, no como con Slokar y Anderson, ¿no?

-Evidentemente, fallamos con ellos. Con Slokar pensábamos que teníamos muchos jugadores inexpertos en la Liga y que llevábamos un equipo joven, así que quisimos a alguien con experiencia, pero se demostró que fue un error clarísimo. En cuanto al base, la limitación económica decidió su elección. Creímos que se podría adaptar.

-Esas dificultades económicas volverán a tenerlas el próximo curso.

-Íbamos mal de tiempo y espero que la temporada que viene no tengamos que hacer las cosas con tanta premura. En cualquier caso, ser escrupulosos en lo económico es un valor añadido. Ése es nuestro valor añadido. Nos ajustamos al presupuesto. Gastamos lo que tenemos y pagamos religiosamente lo que se oferta. Este club no tiene ninguna deuda, que es algo que no todos pueden decir, y eso es importante para que los inversores vengan con esa tranquilidad. No tener trampas es un valor añadido. Aparte de la ciudad, el clima... los jugadores saben que venir a Sevilla es ganar lo firmado.

-¿Y eso no es competir en desigualdad de condiciones? Porque los hay que prometen mucho y no cumplen.

-Puede ser. Aquí no se hacen castillos en el aire, es verdad, pero también en los meses de febrero, marzo o abril nuestros jugadores sólo piensan en baloncesto mientras en otros sitios les empiezan a preocupar más otras cuestiones menos vinculadas a la pelota.

-Es triste que eso pase en la que dicen es la segunda mejor liga del mundo, ¿no?

-La normalidad de recibir el salario por tu trabajo algunas veces en baloncesto cuesta más de lo que debiera, incluso en la élite. Eso no pasa en Sevilla y hay que destacarlo. No tenemos un gran presupuesto ni para competir con la zona media, pero cumplimos con lo que prometemos.

-¿Es el mejor valor de la entidad?

-Es un valor importante, pero destacaría la familiaridad que existe en el club. Cómo te hacen sentirte querido desde el primer día que llegas. Hay personas de gran calidad profesional y humana y eso no se siente en todos los sitios.

-Debutó en la ACB en septiembre de 1997. Con tanto bagaje a su espalda, ¿ha aprendido algo nuevo en Sevilla?

-A nivel deportivo hay que aprender cada temporada y cada día porque el juego va evolucionando. Eso se puede extrapolar como una filosofía de vida. Hay que aprender cada día.

-¿Se lo trata de inculcar a los jóvenes?

-Claro. Los más jóvenes tienen mucho camino por delante y escuchar es fundamental en su mejora, porque se están formando como profesionales y como personas.

-Con alguno habrá sido más complicado que con otros con tanto canto de sirena de la NBA rondándoles desde la temporada pasada.

-Hay que saber llevarlo. Recuerdo que cuando llegué en la anterior campaña durante las semanas San Pablo era un entrar y salir de ojeadores de franquicias de la NBA. Cuando nos estábamos jugando la vida tuve que cortarlo, porque alguno se despistaba. Fue en la semana en la que íbamos a Manresa a jugarnos la vida. Decidí que no entraban más franquicias porque los chavales competían más por mostrarse que pensando en el bien de la dinámica de grupo. Este año, al final, volvimos a tener peticiones para ver los entrenamientos y la buena clasificación lo permitió, así como la disposición de los jugadores.

-¿No hay en los jóvenes demasiada ansiedad por ir a la NBA?

-Cada caso es diferente. Porzingis se tenía que ir porque era un número alto del draft y debía aprovechar la oportunidad. Pero hay muchos que pudieron equivocarse por irse de manera prematura, como le pasó a Sergio Rodríguez. Primero, por regla general, debes demostrar algo muy bueno en Europa para tener sitio en la NBA. Hay que analizarlo fríamente y acertar. Satoransky ha apostado por el Barça ahora, pero seguro que le llegará su momento NBA. Lo que más capta la atención de las franquicias NBA es que juegues a muy buen nivel aquí. ¿Cuándo? Da igual.

-Aíto le dijo a Satoransky que el espejo debía ser Ginóbili, que se fue tras ganarlo todo en Europa.

-Es un gran ejemplo, sin duda.

-Balvin en la NBA antes que Satoransky ¿Quién lo diría?

-Creo que su problema fue que otros creían más en su potencial que él mismo. Era cuestión de que despertase. Con su físico, su rapidez, sus manos... Es un portento. A veces no se exigía al máximo a sí mismo, pero ha entendido cuál es el camino.

-Hablando de NBA. ¿Curry o Lebron James?

-Igual porque soy un poco más clásico, me quedo con LeBron. Y eso que al principio tenía alguna reticencia hacia él. Leí que Curry decía que cuando te encara no sabes si va a tirar o va a pasar. LeBron ha evolucionado mucho y hoy es un gran asistente capaz incluso de jugar el pick and roll.

-¿Le gusta el small ball de los Warriors?

-El baloncesto evoluciona y de crear de dentro hacia afuera ahora se hace desde afuera hacia dentro. Los mismos jugadores evolucionan, porque antes los pívots eran auténticos elefantes, como decía Moncho Monsalve, y ahora son ágiles, rápidos, coordinados... También depende de las piezas que tengas. Con Curry y Clay Thompson puedes apostar por un baloncesto en el que los triples sean fundamentales. Es una tendencia que en nuestra Liga se está extendiendo. Es un estilo que se está imponiendo y hay que estudiarlo, analizarlo y conocerlo. Yo puedo tener una idea de baloncesto, pero tengo que adaptarme a mi equipo. El año que tengo naranjas hago naranjada; el que tengo limones, limonada. Es mi trabajo. No puedo intentar hacer naranjada con limones.

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