Deportes

11 laterales después, Cicinho

  • El brasileño parece llenar por fin el hueco de Daniel. Hinkel, Konko, Stankevicius, Dabo, Sergio Sánchez y Coke fracasaron hasta el punto de que Mosquera, Crespo, Cala o Cáceres jugaron más que algunos de ellos.

El 2 de julio de 2008, hace cuatro años y dos meses y medio, Daniel Alves se fotografiaba junto al gigantesco escudo del Barça con el que el club azulgrana saluda a sus nuevos fichajes. Quedaban 42 millones en el Sánchez-Pizjuán, aunque algunos se cobrarían al pasar de los años. Pero desde entonces, todo ha sido una sucesiva comparación en el lateral derecho del Sevilla, en muchos casos -la mayoría- una comparación catastrófica.

Aún es pronto para ello. Es incluso arriesgado aventurar que Cicinho, brasileño como el de Juazeiro, será por fin el lateral derecho que siempre faltó en las plantillas que tuvieron a sus órdenes Jiménez, Antonio Álvarez, Manzano, Marcelino y Míchel. Pero las sensaciones que ha dejado en sus primeros partidos con el Sevilla han llamado al optimismo, recordando a veces a su añorado compatriota.

Parece el final de una infructuosa y costosísima búsqueda que ha durado cuatro años o más y que ha convertido la banda del Sánchez-Pizjuán en una pasarela de futbolistas de variopinto pelaje y precio. Ni ofrecieron solvencia defensiva ni proyección en ataque, unos por unas cosas y otros, por otras. Los hubo negros, como Dabo; mulatos como Konko; rubios de pelo largo, como Stankevicius; y morenos igualmente de larga cabellera, como Sergio Sánchez... En total, el Sevilla contrató a seis laterales diestros específicos, pero acabaron jugando asiduamente en ese puesto maldito hasta once futbolistas (doce si se incluye a Luna por el último derbi) e incluso hubo temporadas en las que el plantel carecía absolutamente de lateral derecho, como el año que el, pese a ello, el Sevilla fue tercero y Mosquera y Crespo, sobre todo el colombiano porque el loreño tuvo que jugar en la izquierda, fueron los laterales en nómina que tuvo Jiménez.

Hinkel, el coetáneo

Aún con el brasileño en la plantilla, la dirección deportiva del Sevilla valoró el hecho de que tenía que competir en Europa y contrató a Andreas Hinkel por unos 4 millones de euros. Corría 2006 y el alemán, ciertamente, tuvo muy poco protagonismo. Jugo casi más partidos europeos que de Liga, pues sus números en las dos temporadas que permaneció en el club, hasta 2008, fueron muy pobres. 15 encuentros ligueros jugados y sólo 4 de titular. Evidentemente, había topado con un coloso como Daniel que lo jugaba absolutamente todo, que no se lesionaba jamás y que no se cansaba nunca.

Por aquellos años, la plantilla también se reforzaba con la cesión Boulahrouz, que, si bien llegó con la promesa de jugar de central y no de lateral como había actuado en Holanda y en el Chelsea, lo cierto es que ni lo hizo de una cosa ni de otra. El holandés protagonizó uno de los mayores chascos de la historia reciente del club. Una eterna lesión en el pubis que los médicos no veían por ningún lado fue su refugio continuo y así, se le pasó el periodo de cesión.

El mismo verano que Daniel tomó camino de Barcelona, el Sevilla decidió que iba a tirar el año con Crespo, pujante canterano inicialmente central que destacaba por su talante cumplidor. Pero llegaba a la plantilla uno de los fichajes más controvertidos de los últimos años, un colombiano que costó 8 millones defendido a ultranza desde el club y castigado desde el primer día por la prensa y la afición. Las torpes maneras de Mosquera llamaban a la hilaridad y Juande se lo quitó de encima rápido, pero tras su fuga a Inglaterra le costó sufrirlo a un Jiménez que tuvo que usarlo casi siempre de lateral. No había defensa diestro en la plantilla, aparte de Crespo.

Konko y Stankevicius

La carencia parecía haberse detectado, había dinero por la clasificación directa (como tercero) para la Champions y la inversión que Monchi emprendió no fue pequeña. Abdoullay Konko llegaba a cambio de 9 millones para acabar con los males en el lateral. El marsellés debía ser el sustituto definitivo de Daniel, pero lo que falló en su apuesta fue la actitud de un jugador que se notaba cuando ponía su saber hacer en el campo, pero que no quería casi nunca, que sufría lesiones imaginarias y que no conectó con el grupo. Jugó 44 partidos de Liga, 29 de ellos de titular, en 3 años.

En enero de ese 2010, visto el panorama, el Sevilla, en el que por aquel entonces funcionaba la conexión italiana, cerró con la Sampdoria la cesión de Stankevicius, un lateral y central lituano que, aparte de sacar de banda muy fuerte, no hizo apenas nada más (16 partidos). Ya esa campaña, muy al final, había aparecido Cala, primero de central y luego, con Antonio Álvarez, de lateral.

Dabo y Sergio Sánchez

La lección quizá se aprendió con el gasto extremo que supuso la inversión por Konko y el club cambió la manera de actuar. Llegó entonces el momento de Dabo, un senegalés que llegaba con la carta de libertad procedente del Saint Etienne y que ofrecía la posibilidad de cubrir las dos bandas. Luego, la realidad demostró que no valía ni para la derecha ni para la izquierda, mientras el intento casi cerrado con el Málaga por Jesús Gámez acabó en otra historia porque Lolo, que iba en el trueque, no aceptó una cláusula en su contrato con los albiazules. La solución fue Sergio Sánchez, algo más caro (2,5 millones) pero pudiendo también jugar de central. Luego, el catalán, aparte de la mala suerte de sufrir un problema cardiaco que lo apartó del fútbol, a su vuelta tuvo algún enganche con Manzano precisamente por no querer jugar de lateral. 14 partidos, en total, disputó.

Mientras, Cáceres, que venía como central, acabaría siendo siempre el lateral derecho hasta que en enero pasado se fue a la Juventus.

Y Coke, también estaba Coke, que exhibió muchas dudas en su primer año en la máxima competición como ejemplo de que el fútbol de Primera no es el fútbol de Segunda. Cicinho, de momento, cambia la tendencia. O eso parece.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios