sevilla-valencia

Quien pierda paga y mucho

  • Los dos protagonistas de una agria rivalidad de nuevo cuño colisionan en plena zozobra Emery y Nuno afrontan la partida táctica con la presión de un crédito muy menguado

Sevilla y Valencia, dos equipos que se han enzarzado en numerosas batallas por nobles objetivos en la última década, se ven de nuevo las caras esta noche en un partido que se anuncia de altísimo voltaje. No hay esta vez en juego el pase a una final europea o una cuarta plaza que abra la puerta a la competición de las estrellas. La corriente cáustica emanará esta vez de ambos vestuarios por la apurada situación que comparten tanto los equipos como los entrenadores que los preparan durante la semana y los disponen en los días de partido.

Ambos son irregulares y vuelan por debajo del pasado curso, aunque siguen cerca de la zona de Champions, sobre todo el Valencia, porque ni Villarreal ni Celta terminan de pisar a fondo. Ambos han cuajado más partidos para el olvido que para el recuerdo en esta Liga. Ambos decepcionan en la Champions, ese El Dorado por el que describieron una apasionante carrera en la recta final del pasado campeonato, resuelta en la foto-finish por aquel gol de Paco Alcácer en Almería. Los sevillistas acaban de descarrilar de la competición glamurosa por excelencia, lo que enrarecerá el ambiente de la grada, y los levantinos aún mantienen sus opciones de acceder a los octavos de final, pero perviven con más dificultades de las que anunciaba el sorteo de finales de agosto, que los metió junto a Zenit, Gent y Olympique de Lyon. Una bicoca si hablamos de Champions. Que se lo cuenten al Sevilla...

Ambos, pues, saltarán a la hierba dispuestos a sacudirse los malos rollos y, de paso, sumergir definitivamente en el fango al rival más directo, pues saben que son, sobre el papel, las plantillas más cualificadas para volver a litigar por esa preciada cuarta plaza.

El Sevilla comparece tras una derrota indecorosa, que destapó a un equipo defectuoso se mire por donde se mire. No hay paliativos posibles al 4-2 en Mönchengladbach. Y el sevillista de a pie no es aficionado proclive a llegar a su estadio con paños calientes. Si acaso, con un trapito o unos pañuelos de papel para limpiar su asiento. Pero el sentido crítico, la exigencia, figura en el ADN del sevillista tanto como su ardor y su fidelidad al escudo. Y uno y otro van a estar hoy a flor de piel en esas decenas de miles de corazones. El personal se va a dejar la garganta, consciente de lo que hoy se juega el Sevilla y del rival que tiene enfrente. Pero tampoco va a aguantar a sus futbolistas la blandura colectiva de Alemania ni la obcecación de Unai Emery en cambiar hombre por hombre y no dar un mínimo giro táctico con las sustituciones.

Las redes sociales eran un hervidero tras el 4-2 de Alemania. Allí volvió a comparecer el equipo sin colmillo de Málaga, Valencia ante el Levante, Las Palmas, Turín, Éibar o San Sebastián. El equipo que sale, mete primera marcha, cambia a segunda... si acaso tercera... y de ahí no pasa. El equipo que juega a verlas venir, que crea ocasiones porque la calidad de sus atacantes es incuestionable pero que atrás defiende con la mirada, con un talante pasivo, laxo, que concede más de 20 remates al enemigo, como sucedió con un Borussia que no desaprovechó la invitación.

El sevillista señala a Monchi. A unos refuerzos entre los que, por ahora, sólo convencen dos, Konoplyanka y Rami. Otro, N'Zonzi, se ha convertido en la diana favorita del hincha por lo insustancial de su fútbol y porque su concurso suele coincidir con las peores minutos del equipo. Otros, como Immobile, Llorente o Krohn-Dehli, han aportado destellos pero no terminan de romper. Otros, como Escudero y Kakuta, no pasan de fichajes virtuales. Y Mariano, que poco a poco compensa sus deficiencias defensivas con sus alegres subidas, se ha convertido en involuntario símbolo de una corriente de opinión que ha acuñado un término con toda la guasa, el marianoporcokismo.

Cinco veces ha cambiado Unai Emery a Coke por el lateral brasileño. Jugador por jugador, lateral por lateral. Un recurso, cuando el Sevilla necesita algún estímulo ofensivo para ganar, que suele encrespar al aficionado, que pide una variante táctica que zamarree de verdad el árbol.

Sólo la fiabilidad del Sevilla al amparo de su gente sostiene el tembloroso andamiaje. Pero mientras el equipo de Emery no sea capaz de ganar fuera de casa, la amenaza de que la cuerda se acabe rompiendo en el siguiente partido de Nervión está ahí. Y hoy asoma por la bocana del visitante un equipo con muchas ganas de hundir a los sevillistas en el cieno. El que pierda pagará y mucho. Lo saben los dos entrenadores, que se moverán por el área técnica con la insoportable presión de tener el crédito ciertamente menguado. Otro Sevilla-Valencia de altísimo voltaje. A ver quién acaba electrocutado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios