DIRECTO Madrugá Sevilla en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

Cultura

Ante los maestros antiguos

Centro Andaluz de Teatro. Autor: Albert Camus. Director: José Luis Castro. Versión: Juan García Larrondo. Escenografía: Giuliano Spinelli. Música: Antonio Meliveo. Dirección vocal: Julia Oliva. Vestuario: Pedro Moreno. Realización audiovisuales: Nacho Sánchez. Intérpretes: José Pedro Carrión, Juanma Lara, Esther Ortega, Luis Rallo, Celia Vioque, Luis Centeno, Lara Chaves. Lugar: Teatro Central. Fecha: Miércoles 25 de enero. Aforo: Casi lleno.

Quizá el principal problema provenga de la consideración de El estado de sitio como una cima de la literatura universal. Sin duda no lo es. Lo suyo hubiera sido un boicot desde el teatro al texto camusiano, pues de lo que carece este polémico (por carísimo) montaje con el que el Centro Andaluz de Teatro y la Consejería de Cultura conmemoran el segundo centenario de la Pepa es precisamente de rebeldía dramatúrgica. Es lo que, en cierta medida, intentó hacer Jean-Louis Barrault cuando mezcló el ideario humanista del pensador y literato francés en una ensaladilla vanguardista en la que cabían Cervantes, Claudel, Artaud, la tragedia clásica, la tradición operística o la pantomima. Lo de 1948 dicen que fue un sonoro fracaso de crítica y público, lo que ayer se vio en el Teatro Central resultó, sobre todo, terriblemente aburrido.

No se trata, entiéndannos, de que la versión de Jose Luis Castro sea fallida o carezca de interés, sino de que resulta demasiado pulcra y poco arqueológica. Entre sus méritos están algunos buenos momentos coreográficos y la sabia utilización de un actor tan magnético como José Pedro Carrión. También el diálogo que plantea, mediante la solución visual que hace de la Peste un panóptico implacable, con otro clásico de 1948, el 1984 de Orwell. Por otro lado, lo que menos nos covence es la decisión artística de apaciguar una obra esencialmente abrupta, híbrida y episódica. Y es que por mucho que las escenas se puntúen con densos apagones y la escena sea habitada por la coralidad, el espectáculo adolece de una uniformidad contraproducente y previsible. Es esa atmósfera blanda y algo cursi, como de musical para toda la familia, que se acaba imponiendo (y a la que no ayudan unos audiovisuales, sobre todo al principio, nada sugerentes) y que transmite el carácter institucional del asunto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios