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Cultura

Creando "bibliotecas interiores"

  • Los responsables de Siruela, Tusquets, Trotta y Gedisa reflexionan sobre la condición de su trabajo en la primera jornada del Congreso de Editores de España

"¿Cuánto vale escribir Crimen y castigo? ¿Y editarlo?". Las preguntas, formuladas por Ofelia Grande, sirven para entender a qué "intangibles" se refería ayer la directora de Siruela durante la primera jornada del VI Congreso de Editores de España. Grande, Alfredo Landman (Gedisa) y Alejandro Sierra (Trotta), los tres moderados por Beatriz de Moura, responsable literaria de Tusquets, participaron en una mesa redonda en la Fundación Tres Culturas, sede el encuentro, que se ocupó de uno de los asuntos centrales de la reunión: la reivindicación de que la ley contemple a los editores como creadores, lo que ya ocurre, por ejemplo, con los productores cinematográficos.

Reticente a considerar a los editores como "meros intermediarios", la directora de Siruela lanzó varios interrogantes, algunos de ellos esencialmente técnicos, relacionados con su convicción de que estas figuras son "propietarios intelectualmente hablando de ciertos intangibles no reconocidos por la legislación". "Qué pasa con los libros de encargo? ¿Qué ocurre con el concepto y el contenido de una colección con contenidos y formatos coherentes? ¿Por qué esta idea no va a estar protegida?", se preguntó. Grande se refirió a la colección Andanzas, de Tusquets, para ilustrar su reflexión: "Al final, uno no sólo compra un libro de Almudena Grandes o Luis Landero [dos de los autores recogidos en la misma], sino parte de una colección que está por encima de la suma de escritores que la componen".

Al argentino Alfredo Landman le parece que legislar "es como medicar, y algunas veces es peor el remedio que la enfermedad". Sin embargo, coincidió con su compañera de mesa en que el sistema actual es "obsoleto" y tiene "agujeros legales". Aunque no quiso emplear el término creador -habló de "gestores de contenidos con valor añadido-, el director general de Gedisa utilizó algunos ejemplos que vendrían a demostrar, en su opinión, la condición creadora -o fronteriza- de los editores. Éstos, dijo Landman, "con más o menos éxito, terminan por imponer temas en los mundos de la cultura y la ciencia". Y además, se cuestionó el editor, "¿por qué un autor envía un manuscrito a una editorial y no a otra, por qué se establecen esas preferencias?". La charla, centrada evidentemente en la edición literaria (más tarde algún editor de temas específicos pondría alguna objeción a la línea de pensamiento de los invitados a la mesa), anduvo por estos derroteros.

Alejandro Sierra hizo una advertencia antes de entrar en materia. Por si acaso. "Voy a reivindicar actividades antiguas", dijo el director de Trotta, para quien la tarea esencial de un buen editor es decirle al público: "Hay lecturas oportunas ahora", y ofrecérselas. A esto lo llama crear "bibliotecas interiores", tarea que corresponde al editor, no al escritor, de acuerdo con su teoría. Sierra defendió además una "ética" de la lectura, seguro de que "una forma de leer es una forma de ser".

Además, invitó a sus colegas a "implicarse financieramente" en la creación de una red de librerías "de arte y ensayo", o lo que es lo mismo, con un fondo de calidad, que se ocupen de ese "pequeño mercado desatentido" por las grandes editoriales, al estilo de las Librerías Independientes de Referencia que estudia impulsar el Ministerio de Cultura francés, algo que en cualquier caso el departamente homólogo español está también meditando.

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