El proceso ha llevado su tiempo, tres años desde el renacimiento del proyecto y más de uno de conversaciones, pero fructificó la semana pasada de la mejor manera para la Orquesta Bética de Cámara (OBC), fundada hace casi un siglo -en 1924- por Falla y durante décadas la formación de referencia -la única, de hecho- para los aficionados a la música clásica en Sevilla. Muy cerca, en el Auditorio Riberas del Guadaíra de la vecina Alcalá, tendrá por fin su sede estable y un local de ensayos permanente la formación dirigida por Michael Thomas. "Era una necesidad imperiosa y este acuerdo va a ser fundamental para el proyecto", se felicita la vicepresidenta de la Bética, Inmaculada Hernández Mancha, al igual que Thomas: "Es un plus tener un sitio al que podamos llamar nuestra casa".

El convenio con el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra está completamente cerrado aunque a falta de la firma oficial por parte de la dirección de la orquesta y del alcalde de la localidad, Antonio Gutiérrez Limones. Este acto institucional, dice Hernández Mancha, se realizará "en torno al día 20", que será el día en que la orquesta ofrecerá en el Riberas del Guadaíra un concierto para celebrar la nueva vinculación.

La OBC compartía hasta ahora local de ensayo en el antiguo Matadero de Nervión con la Banda Municipal, que "hacía todo lo posible por facilitarnos las cosas", agradece Thomas, pero a pesar de todo el uso común y no exclusivo del lugar acarreaba grandes dificultades para la planificación del trabajo, aspecto especialmente complicado además por el hecho de que un grupo no mayoritario pero significativo de los entre 30 y 35 músicos -según el programa- de la formación residen fuera de la ciudad y se desplazan a ella para los ensayos y las actuaciones. "Esto debe quedar muy claro", dice la vicepresidenta de la orquesta: "Si seguimos adelante, es gracias al enorme esfuerzo de todos ellos. Muchos vienen desde sus ciudades para ensayar y se pagan el viaje, la estancia, todo, y percibiendo una compensación económica mínima que en todo caso no compensa lo que se gastan".

Ahora, en su nueva sede, la Bética dispondrá, además de un espacio a modo de despacho para gestiones administrativas, de una sala de ensayos "perfectamente acondicionada", señala Hernández Mancha, en la que "trabajaremos en el horario que deseemos, sin restricción de ningún tipo, y sin que la actividad del auditorio interfiera en ningún momento en la nuestra". En el Riberas del Guadaíra, la orquesta ofrecerá la próxima temporada un total de nueve conciertos, los mismos -también en lo que respecta a los programas sobre los atriles- que se verán en el Centro Cultural Cajasol, donde este curso ya ha venido ofreciendo una serie de actuaciones. "No queremos perder la temporada en Sevilla, y además pensamos que hay público tanto aquí como en Alcalá, que tiene una población importante", dice la vicepresidenta de la OBC, que duplicará así su actividad dando conciertos en la capital los sábados por la tarde -cada mes, durante nueve- y los domingos por la mañana -en idénticos términos temporales- en el auditorio de la localidad vecina. "Y al margen de esos conciertos", apunta Michael Thomas, "vamos a hablar con el Ayuntamiento de Alcalá para hacer más cosas allí, tanto programas especiales como actividades didácticas".

Al margen de la cesión del espacio del auditorio (la OBC podrá usar también el escenario principal cuando lo permita el resto de la programación del recinto), la taquilla de todos los conciertos que ofrezca en Alcalá irá destinada íntegramente a la Bética, que añadirá así otra pequeña fuente de ingresos a la aportación procedente de Cajasol, entidad con la que Hernández Mancha espera renovar el acuerdo de colaboración para el próximo año, y que durante éste ha supuesto el único soporte económico del proyecto.

Este convenio, dice Thomas, ha supuesto un espaldarazo para los músicos. "Es una muestra de que la gente allí sabe de nuestra existencia y de que se toma en serio nuestro trabajo", dice el director, cuya llegada a la formación en mayo de 2012, procedente de la Orquesta Joven de Andalucía, supuso en sí misma una inyección de optimismo en torno al proyecto, dado el prestigio del británico, primer violín, antes de su etapa sevillana, del Brodsky Quartet. Realiza un balance positivo de su etapa al frente de la OBC hasta el momento, pero evita la complacencia: "Siempre queda trabajo que hacer: dentro de 20 años, seguirá quedando trabajo por hacer... Aunque es cierto que cuando llegué no podría haber imaginado un concierto como el de Madrid", señala a propósito de la actuación que la formación ofreció en el Teatro Monuental de esa ciudad el 31 de mayo, donde la orquesta interpretó obras de Mozart, Falla y Beethoven, "un repertorio muy difícil, sobre todo para una orquesta pequeña de 30 músicos".

"También tenemos muy buen feedback del público de Cajasol", dice Thomas, que se ha propuesto hacer que "la gente de Sevilla interesada en la música se sienta obligada a venir a vernos". "Y para eso, la orquesta tiene que sonar bien: es un trabajo minucioso y muy exigente, pero sobre todo precioso", añade la batuta de la OBC, que para la próxima temporada se ha marcado el objetivo de conservar el sonido que a su juicio debe caracterizar a la orquesta, un sonido "andaluz o por lo menos español", así como perfeccionar la manera de ejecutarlo. "Vamos a darles caña -bromea- a todos los instrumentistas, que son excelentes, pero así es como se crece. Diría y haría lo mismo si estuviera irigiendo a la Filarmónica de Berlín".

Con este esfuerzo, dice Hernández Mancha, "esperamos que poco a poco el público de la ciudad vuelva a reconocer a su orquesta más veterana, que no tiene nada que ver con la otra, o por decirlo de otro modo, que es la misma pero renovada: lo importante para nosotros es que en este cambio, muy profundo, se ha apostado sobre todo, siempre, por la calidad".