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Cultura

Otro paisaje americano del siglo XX

  • El 'Ciclo de Música de Cámara' de la ROSS ofrece el domingo un anticipo de la obra de John Adams antes del estreno de su ópera, junto con dos piezas de Steve Reich y George Crumb

Unos días antes del estreno en España de Doctor Atomic, la ópera que escribió el estadounidense John Adams en 2004 y que se podrá ver en el Maestranza los próximos días 13, 16 y 18, el Ciclo de Música de Cámara que organiza la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el teatro del Paseo Colón ofrecerá un anticipo del personal imaginario sonoro de Adams (Massachusetts, 1947), uno de los compositores más admirados de la música contemporánea, con un lenguaje integrador que bebe tanto de Mozart y Sibelius como de Duke Ellington y los Beatles. Junto a The Book of Alleged Dances, una selección de cuatro danzas firmada por él, el programa del concierto, este domingo a las 12:00, recoge otras dos obras -sobrecogedoras y referenciales- de la música americana contemporánea y en particular de la corriente minimalista, Different Trains, de Steve Reich, y Black Angels, de George Crumb.

"La idea era hacer un programa que enlazara con la ópera de John Adams", explica Éric Crambes, concertino de la ROSS y coordinador del cuarteto formado ex profeso para interpretar estas obras, del que forman parte también Luis Miguel Díaz (violín), Jerome Ireland (viola) y Gretchen Talbot (violonchelo). "La ocasión es de verdad excepcional, no sólo por la calidad de las obras, sino también porque no es nada habitual ni aquí ni en otros sitios poder asistir a un concierto en torno a tres compositores vivos. La semana pasado hubo uno estupendo en el Teatro Central con obras de compositores andaluces de ahora, pero me refiero a compositores vivos que pertenecen ya, de pleno, al repertorio de la música clásica. Así que estos conciertos vienen también muy bien para recordar que la música clásica no es algo muerto creado por un compositor alemán o austriaco que murió hace 200 años, y que por eso no podemos olvidarnos de la música del mañana", añade Crambes.

Al margen de la nacionalidad estadounidense de los autores y de que los tres han sido especialmente atentidos en sus programas y grabaciones por el Kronos Quartet, una de las formaciones más influyentes en la difusión de la creación musical de hoy, otros vínculos internos explican la convivencia de Adams, Reich y Crumb en el programa del domingo. Así como Doctor Atomic, la ópera que compuso el primero con libreto de Peter Sellars, está ambientada a mediados de los años 40 en Nuevo México y gira en torno a la figura del científico Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica, las obras de Reich y Crumb tratan también "de la guerra, el horror, la muerte y la destrucción", dice Crambes. Pero que nadie se asuste, avisa el violinista: "No es música intelectual o complicada. No hay que tener miedo. A quienes no conozcan la obra de estos tres compositores, les digo que vengan sin prejuicios y disfruten".

La obra que abrirá el programa, Different Trains, fue escrita en 1988 por Steve Reich (Nueva York, 1936). Surgió, como ha contado él mismo en alguna ocasión, de su extrañeza al pensar en una etapa de su vida, entre 1939 y 1942, en la que viajó frecuentemente en tren de Nueva York a Los Ángeles acompañado de su niñera; el compositor, judío, reparó en que si hubiera nacido en Alemania, seguramente habría viajado en trenes diferentes, probablemente hacia una muerte perfectamente planificada. Junto a la música escrita para las cuerdas, la pieza -calificada por Reich como "un nuevo tipo de documental"- reproduce, en la banda electrónica, las voces de su vieja niñera y de un trabajador jubilado de esa línea que él tanto frecuentó de pequeño, y ruidos en general de trenes estadounidenses y europeos de los años 30 y 40. Le seguirá The Book of Alleged Dances, originariamente una colección de diez danzas de las que en el Maestranza se interpretarán cuatro. "Están escritas también para un cuarteto amplificado, e incorporan piano preparado, la famosa invención de John Cage", explica Crambes sobre estas danzas cuyo tono fue definido por Adams como "seco, divertido y sardónico", y que aunque "no tienen el poder emocional de Doctor Atomic", son una música "fantásticamente bien escrita" que servirá de aperitivo de la ópera. Black Angels, de Crumb (Charleston, 1929), fue escrita en protesta por la guerra de Vietnam, aunque trata de algo más amplio, atemporal y hasta más complejo: el Bien y el Mal, una lucha recreada en las propias estructura y escritura de la obra, con forma de palíndromo y repleta de simbología numérica. Su arsenal de sonidos, desde gritos a maracas pasando por las copas de agua afinadas que se tocarán en directo con los arcos de los violines, tienen, dice el concertino, "un impacto emocional increíble: la he tocado bastantes veces y he visto muchas lágrimas entre el público".

Cada una de las piezas tendrá una introducción/presentación marcadamente didáctica, "porque hay una parte intelectual en esta música, como la complejísima y fascinante estructura de Black Angels, pero está también lo inmediato porque estas obras son como un puñetazo y puedes decir: me gusta o no me gusta, me hace sentir de esta manera o de la otra... Pero no hay una sola manera de experimentar las cosas, y si te explican quién pintó ese cuadro y por qué, se enriquece la experiencia", afirma Crambes, que siente como un deber ineludible la difusión de la música contemporánea.

"No tiene por qué gustar a todo el mundo, pero no tiene sentido que dé miedo. Aunque siempre fue así: cuando Beethoven estrenó la Quinta le acusaron de hacer ruido, de escribir eso porque estaba sordo; la música de Bach empezó a ser tocada de verdad 80 años después de su muerte, el escándalo que provocó Stravinsky en París en 1913 con el estreno de La Consagración de la Primavera es conocido... Hay muchos ejemplos. En general, la gente recela de lo que no conoce, pasa también con la pintura y las demás artes. Lo que quedará dentro de un siglo de la música de hoy no lo puedo saber, pero como músico mi misión es dar a los compositores de mi tiempo la oportunidad de ser escuchados. Nuestra tarea es hacer que la música clásica no sea una lengua muerta, como el latín, sino lo que se escuchará en el siglo XXII".

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